Brenda Chávez: “Cómo educamos hoy a nuestros hijos va a marcar inevitablemente el mundo de mañana”

Como periodista, Brenda Chávez ha trabajado en algunas de las cabeceras más importantes de nuestro país en el sector de la moda y la cultura, lo que le ha permitido conocer de primera mano los procesos que se esconden tras los productos y servicios que consumimos a diario. Afirma, con el entusiasmo con el que responde a cada pregunta, que ir teniendo información le fue convirtiendo en una consumidora “más crítica”. Fruto de ese conocimiento, y tras hablar con 250 fuentes, entre ellas empresas, ONG’s o voces tan reconocidas como las de Noam Chomsky, Susan George o Christian Felber, la periodista madrileña acaba de publicar ‘Tu consumo puede cambiar el mundo’ (Ediciones Península), una gran investigación periodística en forma de libro que busca concienciarnos sobre las prácticas que se esconden tras nuestro consumo y hacernos participes de que otra forma de hacer las cosas y de consumir es posible. Al final, como ella misma afirma, estamos a tiempo de hacer del mundo un lugar mejor, pero para ello “tenemos que ir construyéndolo desde nuestro presente”. Quizás una buena forma sea educando y dando ejemplo a nuestros hijos, porque ellos serán los consumidores del mañana.

Por Adrián Cordellat

Has pasado por algunas de las más importantes cabeceras españolas en lo que a periodismo de moda se refiere. Y precisamente la moda es uno de los grandes pilares de la “economía cowboy”, como tú la bautizas en el libro. Estando inmersa en un mundo tan consumista, ¿qué te llevó a abrir los ojos a esta realidad?

Aunque ahora también escribo sobre sostenibilidad, yo empecé siendo periodista de cultura, así que siempre me ha interesado mucho el proceso creativo, desde que algo es un boceto hasta que se materializa. Siguiendo ese rastro me di cuenta de que muchos objetos culturales y de consumo de nuestro mundo tenían impactos ambientes e industriales y me empecé a plantear si todo ello se podía hacer de otro modo más sostenible.
He ocupado puestos de responsabilidad en medios femeninos y he tenido que tratar en muchas ocasiones con corporaciones, lo que me ha hecho ser consciente de sus estrategias y de su modus operandi. Y claro, conforme iba teniendo más información me iba convirtiendo en una consumidora más crítica e iba prefiriendo dar mi dinero a empresas que lo hiciesen bien. Llegó un punto en que tenía tanta información que me pareció que podía hacer un libro para contarle a muchas personas qué hay detrás de nuestro consumo, porque sin saberlo a través de él estamos apoyando a empresas que realizan abusos sociales, medioambientales, culturales, económicos o políticos. Y cambiando ese consumo podemos apoyar a empresas que sí que se lo merecen, con modelos productivos mucho mejores para el planeta y para quienes lo habitamos. Esos héroes anónimos, esas personas que están buscando alternativas, son el mejor regalo que me ha dejado este libro.

Compañías como Inditex, por poner un ejemplo, han elevado a la máxima potencia el concepto de casi “usar y tirar” con la ropa. ¿Es sostenible este modelo? ¿Y lo más importante, a costa de qué?

Es una muy buena pregunta. Todas estas grandes marcas, como Inditex, H&M o Primark, además de incitarnos a un consumo desmedido de usar y tirar generando un montón de residuos textiles, también generan con sus estrategias unos impactos laborales y medioambientales enormes en la fabricación de sus productos. Hace unos días conmemorábamos el cuarto aniversario del derrumbamiento del edificio Rana Plaza (Bangladesh), el desastre más grande de la industria de la moda, una fábrica en la murieron 1.134 trabajadoras que producían para Benneton, Mango, Primark o Carrefour, entre otras muchas marcas. Casi todas estas empresas fabrican en países en vías de desarrollo con unas condiciones laborales extremas, pagando sueldos exiguos y fabricando con unas normas medioambientales y respecto a tóxicos muy laxas. Hay que plantearse si este modelo es sostenible, que a mí me parece que no. En el libro he hablado con empresas mucho más pequeñas y que hacen las cosas bien. Estas mismas empresas se preguntan que si ellas, con sus medios, pueden no tener esos impactos medioambientales y pagar sueldos dignos, por qué las grandes multinacionales no lo hacen.

Muchas veces nos escudamos en que bueno, gracias a estas fábricas puestas en la India, la gente de allí puede vivir. ¿Se sostiene ese argumento o hace aguas por todas partes?

En el libro recojo muchos datos que desbaratan este tipo de argumentos. Si nos vamos por ejemplo a los sueldos que cobran estas trabajadoras en Bangladesh y Camboya, veremos que perciben alrededor de entre 30€ y 60€ mensuales al cambio, cuando todos los sindicatos en Asia apuntan que lo digno para vivir allí son unos 280€ al mes. Nos tendríamos que plantear si a nosotros nos gustaría estar viviendo y trabajando con esas condiciones. Si nosotros exigimos sueldos dignos en occidente, ¿por qué sometemos a una parte del mundo a cobrar esos sueldos que son pura explotación laboral y que no permiten vivir a las personas con dignidad?

“Inditex, H&M o Primark, además de incitarnos a un consumo desmedido de usar y tirar generando un montón de residuos textiles, también generan con sus estrategias unos impactos laborales y medioambientales enormes”

Tanto en el caso de la ropa como en otros aspectos del consumo, siempre se argumenta para no cambiar a un consumo más sostenible que los productos éticamente más responsables son mucho más caros. Tú, sin embargo, dices que es posible consumir de forma más responsable sin que eso repercuta en nuestra cuenta corriente, ¿cómo?

Lo que nos va a salir más caro es trasladar un consumo convencional a un consumo responsable, porque en vez de comprarte cuatro prendas low-cost, te puedes comprar una sola con producción sostenible. Al final tenemos que pensar que nos incitan a consumos desmedidos, cuando la primera máxima del consumo responsable es consumir menos. Por ejemplo en productos de cosmética y del hogar podemos hacer grandes ahorros. Nos venden productos para cada centímetro de nuestro cuerpo y de nuestro hogar cuando puedes consumir únicamente cuatro productos cosméticos o limpiar la casa con un jabón neutro y ahorrarte el resto de productos, que es algo que le interesa solo a la industria. Hay que consumir menos y consumir mejor. Es una falacia que el consumo responsable sea más caro. Yo lo practico y no tengo el presupuesto de una celebrity. Simplemente se trata de tener unas prioridades y de integrarlo en tu vida. Es muy fácil cambiar a la banca ética, cambiarse a una cooperativa de energía renovable… Hay gestos que resultan muy sencillos. Lo malo es que hay muy poca información, pero cuanto más sepamos que hay detrás del consumo tradicional y lo fácil que es cambiar a otras alternativas los consumidores irán tomando más decisiones responsables.

Y a los que siempre dicen que no sirve de nada que ellos cambien si todo el mundo sigue igual, ¿qué les dirías?

El primer cambio empieza por uno y si no unimos la crítica y la protesta con la acción y la propuesta, no va a cambiar nada. Si queremos un mundo mejor tendremos que empezar a actuar y a asumir nuestra responsabilidad. Todo está montado para que consumamos mucho, para que nos gestionemos poco, y tras esa supuesta comodidad del usar y tirar al final deberíamos plantearnos si eso es consecuente con el mundo que queremos. Hay que intentar no caer en excusas que en el fondo son muy desmoralizadoras, porque las alternativas existen, están a nuestro alcance y son factibles para cualquiera. Hay mucha gente trabajando para que el mundo sea un lugar mejor y para que detrás de los productos y servicios que consumimos no existan tragedias.

“El primer cambio empieza por uno mismo. Tenemos que unir la crítica y la protesta a la acción y la propuesta. Si queremos un mundo mejor tendremos que empezar a actuar y a asumir nuestra responsabilidad”

Consumo responsable y crianza

Vamos a centrarnos ahora en el aspecto de la maternidad, paternidad y crianza, donde la facturación de las empresas de puericultura, como comentas en el libro, se ha disparado. Te hacen creer que necesitas doscientos mil productos (carros, moisés, mini cuna, cuna, biberones, chupetes…), pero cuando nace tu hijo te das cuenta (al menos en nuestra casa) de que podrías prescindir de todo, porque solo te necesita a ti. ¿Nos hemos vuelto locos, consumiendo como si no hubiese un mañana, cuando nos vamos a convertir en padres?

Si, yo creo que sí. Además hay muchas voces en el capítulo de consumo infantil que así lo consideran. Al final los niños necesitan unos cuidados muy elementales y, sobre todo, lo que necesitan es mucho amor y mucha atención. Como en el resto de sectores nos venden un producto para cada cosa y nos hacen creer que necesitamos cosas que luego, como bien dices, cuando te conviertes en padre te das cuenta de que no las necesitas para nada. Hay un montón de utensilios y productos que son prescindibles y que caducan muy rápido, porque los niños crecen a una velocidad de vértigo. Debería imponerse el sentido común desde la perspectiva de los padres para no dejarse incitar y caer en las trampas de la industria, que muchas veces nos atrapan desde el miedo. Nuestras madres y nuestras abuelas nos han criado perfectamente sin la mitad de aparatos y utensilios que a nosotros nos están vendiendo como necesarios hoy en día.

Un aspecto bastante importante en este sentido es el de la alimentación, donde priman los productos ultraprocesados e industriales. ¿Cómo explicas que pese a toda la información que hay hoy, sigamos apostando por este tipo de productos?

Porque realmente tampoco tenemos tanta información. La generación de nuestras madres y abuelas tenían a su disposición muchos más productos frescos. No existía esta invasión de procesados. Creemos que tenemos mucha información, pero realmente lo que tenemos es mucha publicidad y mucho marketing que confundimos con información. Es extraño encontrar una información veraz e independiente, así que la razón del libro era un poco esa, cubrir ese espacio de información que apenas existe en los medios independientes para que el consumidor pueda tomar sus decisiones de forma más libre y consciente.

“Nuestras madres y nuestras abuelas nos han criado perfectamente sin la mitad de aparatos y utensilios que a nosotros nos están vendiendo como necesarios hoy en día”

También, como parte de ese consumo, está la educación. Vivimos en una sociedad que desde los hogares, las escuelas y los institutos promueve la competitividad, el ser el mejor, el ser el primero. ¿Qué consecuencias tiene eso en nuestros hijos?

La educación es el gran tema y lo apuntan muchas voces a lo largo del libro. Cómo educamos a nuestros hijos va a marcar inevitablemente el mundo de mañana. Les educamos para ganar dinero y no para ganarse la vida, les educamos para que tengan dinero pero no para que pongan en relación con el mundo sus talentos. Deberíamos estar mucho más pendientes de todo esto, pero yo soy optimista porque hay muchas alternativas que recojo en el libro que me hacen serlo. Como los colegios que se están uniendo a cooperativas de consumo ecológico para fomentar la alimentación saludable en el colegio y educar en este tipo de consumo. Los niños son esponjas y van a ir absorbiendo lo que nosotros les vamos contando o van viendo en nuestras actitudes. Pasa lo mismo con la tecnología. Nos quejamos de que los niños están enganchados pero los padres somos los primeros que no desconectamos del móvil. Ellos van copiando nuestras conductas tanto para bien como para mal. Estamos formando a los seres humanos del mañana y si ya vemos que hay cosas que están fallando hoy tendríamos que poner remedio desde las escuelas y desde las familias para que el día de mañana el mundo sea un lugar más amable para todos.

Al final, como acabas de comentar y como dice una de las voces que aparecen en el libro, los niños aprenden de nosotros. ¿Qué podemos hacer desde casa para educarles en un consumo más responsable?

Lo podemos conseguir con gestos básicos como que los niños sepan que la comida no se desperdicia, que hay que comer frutas y verduras y lo más sano posible, que hay que apagar la luz… También llevándoles a comprar con nosotros y explicándoles porque elegimos unos productos y no otros que son muy procesados y tienen muchos azúcares. Es algo muy básico. Al final, lo queramos o no, en una sociedad de consumo nuestros hijos también van a ser consumidores y tendrán que aprender a manejarse en esta sociedad cada vez más compleja y a tener un espíritu crítico que les haga plantearse las cosas. Los niños están expuestos a una gran cantidad de estímulos publicitarios y hay que enseñarles a discriminar la publicidad de la información. Y también te diría que hay que reforzar su autoestima, conseguir que el consumo no se vuelva un sustituto del afecto o una cuestión de estatus en relación con sus compañeros. El consumo sirve para cubrir las necesidades, pero los niños no pueden pensar que una determinada marca les hace más cool. Ellos ya son cool por sí mismos porque son seres especiales y únicos.

“Creemos que tenemos mucha información, pero realmente lo que tenemos es mucha publicidad y mucho marketing que confundimos con información”

Pese a todos estos temas de los que hemos hablado, y pese a todos los datos que se pueden leer en el libro y que te desarman, tú intentas transmitir un mensaje de esperanza. ¿La hay?

Sí, yo creo que sí. El ser humano es capaz de hacer tantas cosas lamentables como actos increíbles. Como te decía al principio, el mejor regalo que me ha dado este libro ha sido hablar con 250 fuentes que me han ido contando tanto el lado oscuro del consumo como su reverso positivo. Hay héroes anónimos que están sacando adelante negocios maravillosos y demostrando a diario que todas esas cosas que nos dicen que son una utopía, son posibles. Yo me quedo con que el mundo puede ser un lugar mejor, pero para eso tenemos que ir construyéndolo desde nuestro presente.

Autor entrada: Adrián Cordellat

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

En cumplimiento de la legislación española vigente en materia de protección de datos de carácter personal y del reglamento europeo RGPD 3/2018 le informamos de:Responsable: Madresfera SLU + info

Finalidad: Gestión del envío de información solicitada, gestión de suscripciones al blog y moderación de comentarios. + info

Legitimación:: Consentimiento expreso del interesado. + info

Destinatarios: No se cederán datos a terceros para la gestión de estos datos.

Derechos: Tiene derecho a Acceder, rectificar y suprimir los datos, así como otros derechos, como se explica en la información adicional. + info

Información adicional:: Puede consultar la información adicional y detallada sobre Protección de Datos Personales en mi página web www.madresfera.com + info