Cada 4 de octubre se celebra el Día Mundial de los Animales para recordar la importancia de respetar a todas las especies animales y así hacer de este mundo un lugar más justo para todos los que lo habitamos. Como siempre, la educación en el respeto a los animales comienza en casa.
Por Diana Oliver
Han pasado más de dos décadas desde que tres jóvenes fundaran en Madrid la Asociación Nacional Amigos de los Animales (ANAA). Hoy cuidan a más de 2.000 animales cada año y organizan actividades y talleres para sensibilizar a la población sobre la importancia del cuidado y el respeto hacia éstos. ¿Han cambiado las cosas desde hace 25 años en cuanto al abandono y el maltrato de animales en España? “Según las últimas cifras aportadas por la Fundación Affinity, hoy en España se abandona cada tres minutos y medio un animal de compañía, lo que viene a ser una media de 400 perros y gatos diarios. Hemos visto como con las crisis se ha disparado alarmantemente las cifras de abandono”, responde María Costoya, responsable de comunicación de ANAA.
Y es que solo el pasado 2016 fueron abandonadas casi 140.000 mascotas, algo que desde ANAA consideran de urgente y “prioritaria” atención por parte de las instituciones y responsables públicos, ya que el número de abandonos en España, aunque ha descendido desde 2008 (primer año del que hay cifras), es de los más elevados de Europa: “Este problema debe ser resuelto con actuaciones a corto y largo plazo; a corto, atendiendo a los animales que ya han sido abandonados, y a medio y largo plazo, a través de una labor de concienciación y divulgación para prevenir futuros abandonos y malos tratos”, explica María.
Abandonar a un animal en condiciones de peligro para su vida o integridad es considerado delito en nuestro país desde 2015 gracias a la reforma del Código Penal; reforma que ha supuesto cierto avance jurídico en la mejora de la protección animal. Explica David Sánchez Chaves, socio del despacho de abogados especializado en Derecho ambiental y animal Linares y Sánchez, que la ley “eleva al rango de delitos lo que eran simples faltas o meras infracciones administrativas hasta poder llegar a ser motivo de prisión de hasta un año y medio (18 meses) en los casos más graves”. Sin embargo, advierte, que todavía es pronto para hacer un balance de cómo ha influido esa modificación en las conductas punibles: “La evolución desde la entrada en vigor hasta ahora podría hacernos pensar que el número de delitos de maltrato y abandono no para de incrementar, sin embargo las estadísticas nos pueden conducir a un error, dado que ese incremento es debido a la mayor concienciación de la ciudadanía, lo cual la lleva a interponer más denuncias, cosa que antes no se hacía; es decir, no es que ahora haya más delincuencia contra los animales, es que ahora sale a la luz lo que antes quedaba oculto”.
A pesar de lo novedoso de la reforma legal, para el abogado “han quedado muchas cosas pendientes fuera del Código Penal como por ejemplo el tema de los festejos con maltrato animal, puesto que el propio Código incluye la excepción de que el maltrato animal no será punible cuando esté legalmente autorizado, dejando fuera a todas las expresiones de la tauromaquia y a cualquier otro festejo amparado por la legislación autonómica o local de turno en el que un animal sufra maltrato. También quedó fuera del tipo penal el maltrato ejercido sobre animales no domésticos, es decir, el maltrato o ensañamiento contra un animal silvestre (imaginemos un zorro o una paloma) no sería delito”. Insiste David en que es necesario un cambio en el modelo educativo, “en el que habría de trabajar más la empatía por el resto de seres con los que compartimos nuestro entorno”.
Maltrato animal e infancia
Sobre una educación más empática, que contemple la sensibilización ante el maltrato y el abandono animal, saben mucho desde ANAA que en el año 2006 iniciaron el programa ‘ANAA educa‘ con el objetivo de generarar una conciencia más allá de la protección animal y que, a su vez, tuviera un atractivo mayor para los centros escolares. “El programa tiene tres líneas de trabajo: talleres educativos vivenciales diseñados para propiciar el desarrollo de las competencias emocionales correspondientes a cada etapa (a través de situaciones vividas por animales, dinámicas de grupo y otras herramientas didácticas, se abre la posibilidad de transferir lo aprendido a otros contextos como el acoso escolar, la multidiversidad racial etc.); cursos de formación para educadores con los que buscamos un efecto multiplicador de esta intervención (el objetivo es transmitir lo que estos diez años de experiencia nos han enseñado para que otras personas utilicen nuestras herramientas y generen nuevas que nos permitan llegar cada vez más lejos); y el blog de ANAA educa, donde periódicamente publicamos artículos que vinculan la inteligencia emocional y la protección animal con un fin divulgativo”, detalla Sonia Callejas, responsable de ANAA educa.
¿Por qué centrarse en la educación emocional desde la infancia para enseñar el respeto a los animales? Para Sonia, el origen de un comportamiento violento es una mala gestión emocional: “Desde la infancia deberíamos ser acompañados en identificar lo que sentimos, asociarlo a nuestra forma de actuar y expresarlo de manera sana y coherente. Muchas veces, los adultos vivimos disociados de nuestras emociones o las reprimimos y, de manera inconsciente, transmitimos esos mismos patrones a las nuevas generaciones. Si no hemos sido educados en la frustración, tenderemos a “pagar” nuestro conflicto interno con otro. Ese “otro” puede ser un objeto que rompamos, pero en casos donde hay carencias afectivas determinantes o la presencia de un modelo violento en el sistema familiar, la violencia del menor va a ir dirigida hacia el ser que considere más débil y sobre el cual siente que puede ejercer su poder. Una personalidad con trauma va a buscar su manera de sobrevivir y, desgraciadamente, ésta, a veces, va a ser descargando su dolor sobre un animal indefenso, el compañero de clase o el hermano pequeño. Detrás de la persona considerada agresora, vamos a encontrar, la mayoría de las veces, a un niño herido, un individuo con un trauma no resuelto que proyecta su dolor provocándolo a otros”.
Detrás de la persona considerada agresora, vamos a encontrar, la mayoría de las veces, a un niño herido.
Comparte esa idea David Sánchez, para quien existe una relación directa entre violencia y el desarrollo de la infancia: “La participación durante la infancia en actos de maltrato animal es un marcador importante para el desarrollo de actitudes antisociales y conductas agresivas, así como un indicador de la violencia interpersonal en la edad adulta, especialmente cuando los niños han maltratado animales de manera recurrente. Un número significativo de investigaciones documenta una asociación entre la comisión de maltrato animal en la infancia y los patrones de agresión interpersonal. Recordemos que la violencia es siempre el mismo hecho, con independencia de cuándo, cómo o sobre qué o quién se ejerza”.
El respeto empieza en casa
La educación en casa desde el ejemplo es también fundamental para que los niños crezcan concienciados por el respeto hacia los animales; un valor aplicable a cualquier contexto de convivencia. Pero no basta con lo que decimos, sino que también es importante que lo que hacemos acompañe ese mensaje, de modo que mensaje y acción tengan coherencia. Desde ANNA proponen cosas tan simples como “un paseo por el campo observando el comportamiento de diferentes especies, integrando así la relevancia que cada uno tiene dentro del sistema y tomando conciencia de que la humanidad forma parte de un sistema más grande que nos integra a todos”; la adopción de animales “que sólo necesitan que una familia se fije en ellos y les den una segunda oportunidad en la vida para demostrar lo increíbles que son” o, en el caso de no poder adoptar un animal pese a desearlo “ser conscientes de la situación y hacer prevalecer el bienestar del animal frente al deseo de esa convivencia”. Es el caso de muchos de los padrinos que acuden a ANAA a pasar unas horas a la semana con los animales “dando un gran ejemplo de solidaridad y coherencia a sus hijos”.
Para el abogado especializado en Derecho animal y ambiental, “si los padres se preocupan por los animales y los tratan con el respeto que se merecen, el hijo lo verá y lo asimilará como algo natural, sin necesidad de más explicaciones. Si por el contrario, los padres no respetan a los animales no humanos e involucran al niño en actividades que generan maltrato o sufrimiento animal, será esto lo que el niño tenderá a imitar. También es muy importante no ocultar datos a los niños respecto a las prácticas a las que se someten a los animales en nuestra sociedad, siempre proporcionando cada información en el momento del desarrollo adecuado y con la mayor delicadeza pero siendo sinceros y explicando qué le pasa a los animales cuando les pegan o cuando les agreden, para que los menores se hagan conscientes de la realidad y no vivan en una disociación respecto del mundo animal”. Ejemplo y comunicación sincera que debería ser obligatorio incorporar a cualquier contexto porque educar en el respeto a los animales es educar también en valores. Valores que son extrapolables a cualquier ámbito de nuestras vidas.
