Prácticas “saludables” y dietas milagro: mucha moda y poca ciencia

 

Dietas, recomendaciones y prácticas que bajo la promesa de la mejora de nuestra salud o nuestro físico nos hacen perder tiempo y, en muchas ocasiones el dinero o nuestra propia salud. Como si de un lobo vestido de oveja se tratara. Hablamos de modas supuestamente “saludables” que no tienen evidencia científica alguna y que, incluso, pueden ser peligrosas para la salud.

Por Diana Oliver

Mucha moda y poca ciencia. Es la frase en la que se puede resumir determinadas dietas y prácticas supuestamente saludables que circulan entre el imaginario colectivo y que en realidad no tienen evidencia científica ninguna. Muchas, además de no servir para nada pueden llegar a ser peligrosas para la salud porque como dice el chef británico Anthony Warner, “Si tu cuerpo está intoxicado necesitas una ambulancia, no un batido verde”.

 

Dietas milagro: ¡huye!

El 2015, Juan Revenga, dietista-nutricionista y colaborador de diversos medios como El comidista, publicaba Miénteme, adelgázame, un libro en el que analiza a fondo el mundo de la fraudulenta (y millonaria) industria de las dietas y remedios mágicos para adelgazar. “Si algo suena lo suficientemente increíble como para no ser verdad es que no lo es”, explica al otro lado del teléfono.

Y es que, no son pocos los profesionales que como él llevan denunciando a lo largo de los últimos años lo ineficaz de dietas que prometen resultados fantásticos para nuestra salud y nuestro físico en muy poco tiempo. También el error del propio concepto de hacer “dieta”. “Su verdadera malignidad reside en el concepto de hacer dieta como tal. No es tanto que sigamos uno u otro patrón dietético, más o menos extremo, sino que asumamos un período de purga dietética en el que hagamos lo que hagamos se rompa con lo que habitualmente venimos haciendo para luego volver a seguir haciendo exactamente lo mismo”, explica Juan Revenga.

No es tanto que sigamos uno u otro patrón dietético, más o menos extremo, sino que asumamos un período de purga dietética en el que hagamos lo que hagamos se rompa con lo que habitualmente venimos haciendo para luego volver a seguir haciendo exactamente lo mismo.

En este sentido, para el dietista-nutricionista, daría igual que estuviéramos ante lo que podríamos llamar una dieta ortodoxa o ante una dieta de moda del tipo proteinada, Dukam o paleo ya que el verdadero problema es que “tenemos unos pésimos hábitos alimentarios y creemos que variándolos durante un corto espacio de tiempo podemos solucionar algo, tanto en el terreno de la salud como ponderal”. Y recuerda que nuestro pronóstico de salud y nuestro peso van a venir determinados por lo que hagamos habitualmente, sin olvidar que adelgazar es una cuestión más complicada de lo que puede parecer y que no depende muchas veces de nosotros ni de lo que podamos llegar a hacer si no de nuestra genética y de la trayectoria de los estilos de vida.

 

 

Ocurre también que algunas de las dietas y remedios mágicos que se recomiendan para adelgazar son muchas veces avaladas por profesionales sanitarios: “Los charlatanes saben que somos muy débiles y que ante los cantos de sirena somos maleables y nos vamos a vender a que en un corto periodo de tiempo alcancemos unas metas irreales. Y más si esas promesas vienen avaladas por un profesional sanitario que parece que tiene más garantía”. Ante esto, Juan Revenga pide que seamos conscientes de que tener colgado un título en la pared, especialmente en profesiones relacionadas con la salud, ya sea un médico, un farmacéutico o personal de enfermería, no le otorga la cualidad de “buen profesional” si no que “simplemente nos dicen que en su día ese profesional superó una serie de pruebas”.

Sobre el adelgazamiento o pérdida de peso no hay en la actualidad una solución universal. Lo contaba largo y tendido en febrero de este año el propio especialista en una entrada de su blog. “Si existiera un solo método, ya fuera pautado por una sociedad sanitaria, por un médico aislado o por un nutricionista, ya todo el mundo tendría solucionado ese problema y no existiría porque ya habría una solución para él. ¿Qué ocurre? Que no existe ninguno. Y eso es lo que sostiene la comunidad médica internacional.

Si existiera un solo método, ya fuera pautado por una sociedad sanitaria, por un médico aislado o por un nutricionista, ya todo el mundo tendría solucionado ese problema y no existiría porque ya habría una solución para él.

En 2015, por ejemplo, se publicó un metaanálisis en The Lancet que planteaba que la solución al sobrepeso o la obesidad dista mucho de estar alcanzada. Nadie en el mundo ha sido aún capaz de encontrar una herramienta para solucionar este problema o esta situación”, incide. Pese a esto, no son pocos los métodos y dietas milagro que circulan entre la población y en muchos de los corrillos que se forman en la red buscando la llave secreta. En una charla que el dietista-nutricionista ofreció a finales de 2017 en el Círculo escéptico, propuso a los asistentes diez métodos para adelgazar de los más estrambótico para que los asistentes identificaran el que era mentira. Les habló del método de la malla supralingual, del método del vaciador de estómagos, del método del dentífrico que sirve para adelgazar, el de las pulseras y pendientes para adelgazar, el de la hipnobanda gástrica (que te sometan a hipnosis para que creas que llevas una banda gástrica y así consumas menos alimentos), el método de rociar los alimentos con spray con aroma de mofeta para que cuando te acerques a esos alimentos te generen rechazo, el del tenedor que conectado a tu reloj de pulsera u ordenador también te va a ayudar a adelgazar, la dieta de la sonda nasogástrica… Pero la actividad tenía trampa: todos existen. “En el mundo del adelgazamiento tú puedes pensar lo más insospechado que te puedas imaginar que ya estará hecho o habrá alguien que haga algo aún más increíble”, dice Revenga.

 

 

Prácticas supuestamente “saludables” sin evidencia

Tomar limón en ayunas o ponerse edemas caseros de café para depurar, tener fe en los efectos desintoxicantes de determinados zumos o emprender una batalla contra el glúten son prácticas que se han hecho muy populares a los largo sobre todo de la última década. ¿Su objetivo? Mejorar nuestra salud y por ende nuestro aspecto exterior pero según Eduard Baladía, dietista-nutricionista y miembro del Centro de Análisis de la Evidencia Científica de la Academia Española de Nutrición y Dietética (CAEC-AEND), este tipo de prácticas no sólo son innecesarias si no que no tienen ningún tipo de evidencia. “Una persona se tiene que desintoxicar cuando está tomando tóxicos de forma voluntaria o accidental, o cuando, por ejemplo, la persona está enganchada a algún tipo de droga y tiene que seguir un programa de desintoxicación. Para ambas situaciones hay técnicas y programas específicos para desintoxicar, y que nada tiene que ver con batidos verdes. El cuerpo, para el resto de cosas, como por ejemplo para eliminar posibles contaminantes que se puedan ingerir o para eliminar los subproductos que se crean con el normal funcionamiento de nuestro cuerpo, tiene sistemas propios de para eliminarlos”, explica.

Una persona se tiene que desintoxicar cuando está tomando tóxicos de forma voluntaria o accidental.

Recuerda Eduard Baladia que la legislación trabaja para limitar los contaminantes ambientales que van a parar en ciertas dosis a los alimentos que consumimos, “marcando el tope de esa ingesta en cantidades en las que no se haya observado nunca un efecto deletéreo”. ¿Pueden llegar a ser peligrosas estas “desintoxicaciones”? Para el dietista-nutricionista depende de la práctica desintoxicante que se proponga, que es muy variopinta.

En la normalización tanto las dietas como de los remedios milagrosos, el respaldo en muchas ocasiones de rostros conocidos que dejan ver o mencionan públicamente que llevan a cabo este tipo de prácticas, lo que contribuye a arraigar la idea de que ese tipo de cosas funcionan. “Vivimos en un país en el que triunfan programas de famosos, programas de cosas que no deberían ser noticias pero que lo son. Y lo que es peor: la gente le da credibilidad a esas cosas y le interesan. El hecho de que un rostro conocido manifieste hacer algún tipo de práctica relacionada con la nutrición, aunque sea un disparate, contribuye a arraigar este tipo de productos y dietas milagro. Sabemos que muchas de esas personalidades cobran por eso, por afiliarse a un método y hacerle ganar a esa empresa sumas millonarias. Esto debería ser una práctica regulada, y que estuviera prohibida, porque que un famoso dé credibilidad a estas cosas a cambio de dinero es un problema para la salud pública. Otra cosa es que tenga una creencia, y que a la gente le interesen las creencias de los famosos, pero que además cobre por eso debería ser un delito”, reflexiona Eduard Baladia.

 

 

Más espíritu crítico desde la escuela

Ambos expertos coinciden en que el motivo del auge de este tipo de dietas y remedios mágicos reside en diversos factores. Entre ellos, que el ser humano siempre busca un lado mágico que economice las “complicaciones” de sus vidas y la ausencia como sociedad de cierto espíritu crítico para hacer frente a las falsas promesas. “Nos falta espíritu crítico, y ese espíritu crítico debe empezar a fomentarse desde el colegio. Para ello debe cambiar el sistema formativo, de contenidos por un trabajo de lectura y espíritu crítico y participativo en la elaboración de conocimiento”, reflexiona Baladia.

Para Juan Revenga, además, opina que hayamos sido formados o no en ese espíritu crítico, siempre deberíamos aplicar una máxima cuando se habla de dietas milagro: “Si hay alguien que te dice que adelgazar es fácil y que tiene el secreto, que tiene el remedio, que tiene el método “de verdad”, el de “por fin”, es que es mentira. Así de claro”.

Si hay alguien que te dice que adelgazar es fácil y que tiene el secreto, que tiene el remedio, que tiene el método “de verdad”, el de “por fin”, es que es mentira.

Los medios de comunicación también influyen en la veracidad de la información que distribuyen. El clickbait y la captación de un número mayor de audiencia generan titulares y contenidos muchas veces sensacionalistas. También tienen su cuota de responsabilidad aquí los propios científicos que elaboran muchas veces información sesgada.

Según Eduard Baladia, en una revisión reciente de las principales notas de prensa que se habían producido respecto a estudios científicos se observó que uno de los grandes factores que influyen en esa distorsión de la información se haya en las propias instituciones que distribuyen el contenido de sus investigaciones de una forma atractiva para llamar la atención de los medios pero que en realidad es poco coherente con los resultados, los objetivos y el diseño de esos estudios. Por tanto no sólo los medios de comunicación deben ser más críticos con la información científica sino los propios científicos que aportan esa información. “Tenemos que ser más humildes con nuestras investigaciones y saber que estamos creando o completando conocimiento y casi nunca existe ese estudio con ese gran descubrimiento que nosotros queremos”, recuerda el miembro de la CAEC-AEND. Eso sí, concluye con un mensaje positivo: “Creo que todo esto está cambiado: los medios son más críticos, la gente es más crítica, los científicos más transparentes. Esto estamos viendo que está cambiando y debe seguir al alza”.

Y mañana día 19 de abril trataremos a fondo este tema con nuestra Doctora sin Zapatillas en el Podcast de Saludesfera, a las 11 en directo en Spreaker. ¡No te lo pierdas!

 

Autor entrada: Mónica

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