Manejo del dolor crónico: distracción, ejercicio y relajación

Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) el dolor es una experiencia angustiosa asociada a daño tisular real o potencial, con componentes emocionales, sensoriales, cognitivos y sociales.

Se trata de una sensación subjetiva y una experiencia individual muy real, aunque no exista una lesión subyacente que pueda justificarla a criterio profesional y afecta a todas las esferas de la vida, tal y como ya indicábamos en el artículo sobre Cómo comunicarse con un paciente con dolor crónico

El dolor forma parte del ciclo vital de las personas y tiene una función de supervivencia y vigilancia. Cuando se transforma en crónico – esto es, cuando tras tres meses de dolor referido no se ha conseguido controlarlo- afecta a todos los aspectos de la vida, al funcionamiento vital, las emociones, el entorno laboral, familiar y social… Se hace necesario un abordaje integral farmacológico, intervencionista y psicológico. El objetivo: el alivio de los síntomas y también el adiestramiento en técnicas que permitan manejarlo.

El dolor crónico no se cura, se maneja.

 

Se trabaja para lograr el alivio del sufrimiento y para ello hay que ir más allá del plano fisiológico ya que el psicológico forma parte indisoluble de ciclo del dolor, todo lo que afecta a la mente o al cuerpo, afecta inevitablemente a la otra, sin importar el origen.

El sufrimiento es causa y consecuencia de los pensamientos y emociones negativas asociadas al dolor. Es un círculo vicioso en el que la existencia de un dolor real da lugar a toda una serie de emociones que coinciden con el sufrimiento, aumentando la tensión muscular y el estrés que, a su vez, intensifica el dolor. Cuanto más tiempo dure el ciclo, mayor será el sufrimiento.

El primer paso para aprender a controlar el dolor es afrontarlo positivamente: elegimos cómo respondemos al dolor, cómo experimentarlo, ya que si bien no podemos evitarlo, el sufrimiento sí es opcional. Se necesita integrar el dolor en la vida cotidiana, no sentirse víctima sino actor, no rendirse frente al malestar sino reconocer que se necesita tener un mayor control sobre él. Dicho esto, la realidad vivida de cada paciente es la que va a marcar cada una de las estrategias de manejo del dolor: nadie como uno mismo para conocer qué nos funciona, hasta dónde podemos llegar, cuándo es el momento…

Los pacientes no suelen recibir apenas educación acerca del funcionamiento psicológico del dolor, y las prescripciones médicas suelen basarse en la medicación y la recomendación de realizar ejercicio físico, siendo el alivio de los síntomas normalmente escaso, a corto plazo o insuficiente. Y esto sucede porque como hemos comentado el dolor es multifactorial y el abordaje debe ser integral.

Estatua de un brazo soportando el peso de la rama de un árbol. Apoyo social en dolor crónico

En este contexto, cobra especial relevancia que se lleven a cabo talleres abiertos, no solo para profesionales, sino para pacientes, familiares, estudiantes, medios, por parte de expertos con el fin de acercar esa información que muchas veces se desconoce o no está al alcance de todos.

Es el caso del Taller: “Dale un giro a tu dolor, aprende a manejarlo“, que con motivo de la semana de la ciencia, el Colegio oficial de la Psicología de Madrid ha lanzado con la participación de tres grandes profesionales especializadas en dolor, como son las psicólogas Milena Gobbo, Almudena Mateos y Laura Grinsztan.

Existen factores que muestran un efecto inhibidor del dolor, como la relajación, la realización de actividad física moderada y la distracción.  Estas estrategias ayudan a la psicomodulación del dolor permitiendo que la vida de la persona no gire alrededor del dolor y que, aunque éste no desaparezca, pueda verse más manejable y menos amenazante.

Estas estrategias parten del cambio de expectativas, la forma en que se piensa en el futuro. Se aprende a vivir con el dolor de manera que no le invada, siendo este el objetivo terapéutico último.

 

Atención y distracción

¿Por qué si me distraigo me duele, pero lo llevo mejor?

La atención es selectiva (elegimos qué atendemos), es limitada ( no podemos atender varias cosas a la vez) y es controlable (puede ser involuntaria y podemos llevarla voluntariamente donde queramos)

Existen diferentes estrategias personales de manejo de la atención, bien cambiando el pensamiento, bien ocupando el tiempo en hacer cosas, siendo ambas estrategias perfectas. Lo importante es el resultado.

Al igual que podemos sensibilizarnos o habituarnos a los estímulos, sucede lo mismo con el dolor. Está siempre con nosotros pero aquí llegan las buenas noticias: los seres humanos podemos controlar nuestra atención y retirar el foco de esa experiencia aversiva y limitante.

Hay técnicas que nos hacen conscientes de que podemos manejar la atención, dirigiéndola a estímulos internos, externos o a nuestras sensaciones y/o pensamientos,

Para ello podemos buscar planes diferentes de los que hemos venimos haciendo; lo que viene a ser un plan C. Si lo que antes hacíamos nos agota ahora, nuestro plan A no funciona, ni nuestro plan B tampoco…bien, entonces ¡vamos a revertirlo!

Podemos recuperar aquellas ideas, aquellos proyectos que siempre quisimos hacer y nunca encontramos el momento y podemos adaptar la actividad a nuestra vida actual. También podemos adoptar nuevas ideas o estrategias que hagan, por ejemplo nuestros amigos, o buscar entre diferentes opciones similares a las ofrecidas en páginas como meetup.com
 

Ejercicio

¿Cómo voy a hacer ejercicio si me duele?

El ejercicio físico frecuente y continuado es el tratamiento que se ha demostrado más eficaz a largo plazo para paliar los efectos de los síntomas a largo plazo relacionados con dolor como el cansancio, la fatiga y el insomnio y mejoran la salud mental.

Ciclo dolor, inactividad

La inactividad es tu enemigo porque el cuerpo deteriora y progresivamente se debilita, originando discapacidad. También genera malestar psicológico (dejas de hacer cosas y a veces incluso hay merma económica).

¿Cómo creamos el hábito de ejercicio?

El paciente, ya cansado de sufrir, puede desear obtener resultados muy inmediatos  y esto simplemente no es posible. Es cuestión de meses, de constancia y paciencia. Y durante el proceso puede sentirse peor y creer que no va a poder seguir adelante, abandonando el programa.  Para ello podemos seguir una serie de pasos:

1. Combatir las creencias erróneas respecto al hábito y crear expectativas positivas y realistas. No vamos a pasar de cero a todo.

2. Elegir el ejercicio, dieta, programa más adecuado en cada caso, si es posible con apoyo de otros especialistas (fisioterapeutas, rehabilitadores, nutricionistas, psicólogos…) El cambio debe llevarse a cabo de forma gradual, programada y constante (idealmente con seguimiento de los progresos)

3: Asociar cambios a aspectos reforzantes y/o lúdicos, y tratado de involucrar a familias como ejes de apoyo social para los cambios.

Es importante hacer hincapié en que no todo el ejercicio es válido o viable para todo paciente o tipo de dolor. Va a depender de múltiples variables y para ello lo mejor es buscar asesoramiento profesional para comenzar por  tomar conciencia del propio modelo de utilización muscular.
 

Relajación

Ya me gustaría relajarme, pero ¿con este dolor?

Los seres humanos somos capaces de activar mecanismos de autorregulación y de afrontamiento activo del dolor. Somos nuestro cuerpo, mente y emociones; todas nos constituyen y determinan nuestra particular manera de ser y estar en el mundo.

Las técnicas de relajación pueden ayudar a relajar, aliviar el estrés y disminuir el dolor.

Se incluye en la práctica totalidad de los programas de intervención. Si bien no terminan de quedar claros los mecanismos subyacentes, este procedimiento se sigue recomendando debido a su comprobada utilidad clínica

El supuesto básico es que la tensión muscular juega un papel destacado en algunos síndromes dolorosos, desarrollándose un círculo vicioso de tensión -dolor-tensión. Esto supone que ante una lesión dolorosa se produce una respuesta de tensión muscular en la zona afectada que, en caso de cronificarse, puede por sí misma aumentar el dolor, lo que contribuirá a incrementar la tensión, y así sucesivamente.

Las técnicas de relajación tienen por objetivo interrumpir el círculo vicioso y reemplazarlo por una reacción incompatible con la situación de tensión.

Otras razones que pueden justificar su efectividad:

  • el hecho de que la concentración en las tareas de relajación hace que el paciente focalice su atención en éstas, lo que lo hace incompatible con la atención a la experiencia del dolor, resultando beneficioso para el sujeto.
  • al disminuir los niveles de ansiedad del paciente, también se disminuirá la sensación dolorosa.
  • la relajación produce en el sujeto un cierto sentido de control sobre el funcionamiento fisiológico, contribuyendo a incrementar la percepción de competencia y de dominio personal del paciente.
  • puede contribuir a mejorar las frecuentes alteraciones del sueño.

Entre los diferentes procedimientos utilizados para el aprendizaje de la relajación, se recomiendan cualquiera de las variantes de la relajación progresiva de Jacobson aunque cualquier otra puede ser válida siempre que se adecúe a las características del paciente, así como la respiración consciente entre otras

Consisten básicamente en la práctica regular y programada de una serie de ejercicios de contracción y distensión de diferentes bloques musculares, cuyo número se va reduciendo progresivamente, al tiempo que el sujeto intenta concentrar su atención sobre las sensaciones que experimenta en los diferentes grupos musculares conforme va realizando los ejercicios. La práctica continuada permite diferenciar entre las sensaciones de tensión y distensión y relajar los músculos de forma voluntaria, al tiempo que el sujeto es capaz de concentrar su atención sobre esas sensaciones.

Los resultados en general son positivos en el sentido que se aprecia una mejoría en un porcentaje significativo de pacientes tanto si se utiliza como una técnica específica de dolor o como una estrategia de autocontrol fisiológico general.

 

La experiencia de dolor se ve afectada por pensamientos y emociones. Cuando los primeros son negativos (“antes podía hacer mis cosas, ahora no sirvo para nada“), la emoción generada va a ser desagradable. Vamos a trabajar en modificar ese pensamiento para poder cambiar esa emoción que a su vez va a influir en la percepción del dolor: “ahora no puedo hacerlo todo, pero a ver hasta dónde llego…“.

En definitiva, aunque el dolor se queda, y va a formar parte de la vida del paciente, existen estrategias para que no ocupe el foco central de su vida, para que no hipoteque cada una de sus parcelas. Con ayuda es posible aprender a ignorar su presencia tan intensa, mejorar la calidad de vida y volver a tener esperanza.

Podéis seguir aprendiendo sobre dolor crónico escuchando en nuestro podcast a la Dra. Madariaga, especialista en anestesiología, reanimación y terapia del dolor por el Hospital Doce de Octubre y La Princesa, de Madrid, Máster Especialista del Tratamiento del Dolor de la Sociedad Española del Dolor y coordinadora de Tu vida sin dolor

Escucha”28. Hablamos sobre el dolor con @DraMadariaga y @tuvidasindolor” en Spreaker.

 

Fuentes:

Autor entrada: Vanesa Pérez Padilla

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