El citomegalovirus (CMV) es un virus perteneciente a la familia del herpes, junto con el virus de Epstein-Barr, virus herpes tipo 1 y 2 y virus varicela-zóster. Se disemina a través del contacto humano, por la saliva de la persona infectada, su sangre, orina, semen, secreciones cervicales/vaginales o por la leche materna.
Se trata de la infección connatal (aquella transmitida desde la madre al feto o al recién nacido) más prevalente en la actualidad. Sin embargo, el hecho de que curse de modo mayormente asintomático o con sintomatología muy leve hace que sea una infección probablemente infradiagnosticada. Se manifiesta en esos casos de manera similar a un cuadro pseudogripal, con fiebre, odinofagia (dolor de garganta al tragar), malestar general, astenia e hipertransaminasemia.
La principal importancia de la infección por CMV radica en la gravedad con que puede afectar a neonatos e inmunodeprimidos. El CMV es el principal causante de morbimortalidad infantil de origen congénito. Es la infección congénita más frecuente en los países desarrollados y se detecta entre el 0,3 y 2,4% de los recién nacidos. De los neonatos sintomáticos el 4% fallece y el 90% tendrá secuelas.
La transmisión vertical de la madre al feto se produce por la placenta. Puede producirse enfermedad neonatal por una primoinfección materna (lo más frecuente, en 25-75%) o por una recurrencia (reactivación del virus latente en un 0,2-2%), La tasa de transmisión aumenta en el transcurso del embarazo: 20-40% en el primer trimestre y 40-70% en el tercero. Sin embargo, los fetos expuestos en los 2 primeros trimestres tienen más probabilidad de presentar secuelas que los afectados en el último período de la gestación
A lo largo de la edad preescolar, casi la mitad de los niños escolarizados en escuelas infantiles se verán contagiados, excretando CMV por orina y saliva durante al menos 2 años de vida. Esto explicaría porqué el principal factor de riesgo para la embarazada es el contacto directo con estos niños bien por trabajar con ellos o por tener hijos en esas edades.
Las sociedades científicas no recomiendan la realización de analíticas de detección de este virus de forma sistemática durante el embarazo. Son varias las razones: es una enfermedad muy frecuente en la población general y no hay un tratamiento específico, por lo que no se haría de forma rutinaria a todas las gestantes, sino sólo a aquellas que presenten alteraciones clínicas o ecográficas compatibles con la enfermedad. En el caso de confirmarse, habría que hacer una amniocentesis para ver si ha llegado el virus al feto y llevar un control de embarazo muy estrecho por embarazo de alto riesgo.
Las secuelas de este virus en los recién nacidos pueden ser muy variadas y de diversa gravedad:
- Alteraciones neurológicas como Microcefalia, Hiperproteinorraquia, Letargia y/o hipotonía, Alteración de la succión, Convulsiones, Secuelas neurológicas a largo plazo (retraso psicomotor, afectación neurocognitiva, parálisis cerebral, hipotonía, paresia, epilepsia, retraso en el lenguaje y el aprendizaje.
- Sordera neurosensorial
- Prematuridad
- Alteraciones oftalmológicas: Estrabismo, Cicatrices retinianas, Deficiencia visual cerebral, Atrofia óptica
- Alteraciones hematológicas: Trombocitopenia, anemia hemolítica, neutropenia, linfopenia o linfocitosis o reacción leucemoide.
- Neumonitis
- Alteraciones dentales: Alteraciones del esmalte de la dentición primaria, hipoplasia e hipocalcificación. Predispone a posibles fracturas dentarias y caries.
- Hepatoesplenomegalia
- Ictericia
- Petequias
Un correcto diagnóstico y la detección precoz son fundamentales de cara a realizar la mejor propuesta terapéutica. En cuanto a la prevención, no hay suficiente evidencia para recomendar una medida particular en la mujer embarazada para prevenir la transmisión del citomegalovirus al feto ni las secuelas de la infección congénita, pero la educación y el cambio de hábitos pueden reducir el número de mujeres con infección por CMV. Así cobran especial relevancia la información sobre este virus y las medidas higiénicas y preventivas que deben adoptar y extremar:
- No compartir utensilios de higiene personal.
- Lavar frecuente manos con agua y jabón, sobre todo si se tocan pañales o se está en contacto con la saliva de niño.
- Lavar con agua y jabón los juguetes
- Usar guantes para el cambio de pañales y el aseo de los niños
- Evitar los besos en labios o en mejillas a niños menores de 6 años..
- No compartir alimentos, cubiertos para comer o vasos con niños pequeños.
- Si no se mantiene una relación estable, practicar sexo seguro con condones de látex, evitando el sexo oral.
Fuentes:
Infección por citomegalovirus. Kaye K.M. MSD Manuals. 2018
Infección congénita por citomegalovirus: la gran desconocida R. Collados Navas J. Casado García. Publicación SEMERGEN. Vol 37, nº 10. Diciembre 2011
Citomegalovirus en bebés López, J.A. Fundación para el conocimiento. Madrid I+D. 2011