El alcohol no es saludable, ni de forma ocasional ni “moderada”

 

El consumo del alcohol es un acto normalizado y muy arraigado en nuestra sociedad, sobre todo en celebraciones, pero que, según expertos e investigadores, no sólo no es saludable en ninguna cantidad sino que también tiene sus riesgos para la salud. También de forma “moderada”.

 

Por Diana Oliver / Adrián Cordellat

“Por una vez al año no hace daño”, “De vez en cuando…”, “Una copita al día…”. Son las tres expresiones más habituales para referirnos al consumo del alcohol, un acto normalizado y muy arraigado en nuestra sociedad, sobre todo en celebraciones, pero que, según expertos e investigadores, no sólo no es saludable en ninguna cantidad sino que también tiene sus riesgos para la salud. Incluso de forma “moderada”.

A lo largo de los últimos años han sido diversos los estudios que nos han hablado de los beneficios de determinadas bebidas alcohólicas para la salud. Primero fue el vino de la mano de lo que se dio a conocer como “la paradoja francesa”, que venía a decir que una copita al día es buena para el corazón. “La afirmación de que una copita de vino es saludable viene de finales del siglo XIX a raíz de un estudio en el que se analizaba el consumo de alcohol y el riesgo cardiovascular en diferentes países. Se observó que Francia, siendo uno de los países que más grasas saturadas consumía a través de las mantequillas, de los quesos y de los patés, era uno de los países con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Se atribuyó esto al consumo de vino de manera causal sin que se hallara evidencia de tal relación”, afirma María Merino, nutricionista y autora de comiendoconmaria.com.

Aquel estudio observacional del que habla María Merino puso a dar saltos de alegría a los vinicultores franceses y de regalo nos dejó un mito tan bien instaurado que en más de un siglo no sólo ha sido imposible derribarlo sino que ha dado pie a más estudios similares; algo que ha influido en la percepción que la población tiene acerca del consumo de alcohol. Sin ir más lejos, durante 2016 y 2017 pudimos leer un sinfín de artículos en diversos medios de comunicación que hablaban de estudios que atribuían al alcohol múltiples propiedades; desde la copa de vino que equivalía a a una hora de gimnasio hasta las virtudes de hidratación de la cerveza tras una larga carrera.

Tal fue el boom que encontramos hasta una maratón propia para los cerveceros: La Beer runner. Incluso algunas empresas cerveceras aprovecharon aquello para lanzar su cerveza isotónica. Aunque sin alcohol, se trata de un producto ampliamente desacreditado por la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED) y por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), que ante la campaña publicitaria de esta bebida no tardaron en 2016 en lanzar un comunicado en el que expresaban que dicha bebida “no cumple con los criterios y garantías necesarios para ser recomendada ni en el deporte ni en la actividad física”. Insistían además en que la cerveza constituye una forma de entrada al consumo de alcohol de los más jóvenes, e incluso, de los niños. “La adaptación precoz del niño u adolescente que practican deporte al sabor de la cerveza utilizando como estímulo y referencia ídolos deportivos es desde todo punto de vista rechazable para OMC y SEMED y constituye un nuevo ejemplo de publicidad con clara intencionalidad subliminal contraria a la promoción de la salud”, argumentaban.

 

 

Normalización del alcohol y minimización de sus riesgos

Para comprender el lugar que ocupa el alcohol en la sociedad, así como su impacto en ésta, antes debemos entender cómo está integrado en nuestra cultura, y cómo ha pasado esa cultura a nosotros. “Los causantes de que el consumo de alcohol se normalice son sin duda la publicidad y los medios. Hay bebidas alcohólicas que del tapón tienen colgada una etiqueta con caras de famosos. Esto es claramente atribuir el alcohol al éxito, a la fama y al dinero. Aquí en España, por ejemplo, podemos ver carteles enormes en la calle con la cara de un famoso cocinero. Lo vemos en redes sociales, en las películas y en las series como algo absolutamente normalizado y cotidiano. Quien no sale a tomar una cerveza o no sale al pub es el “raro” cuando debería ser al revés ya que el alcohol tiene una larga lista de prejuicios para la salud”, opina María Merino.

Numerosos nutricionistas y expertos en salud llevan años denunciando esta normalización de la que habla Merino. Los nutricionistas Julio Basulto, Juan Revenga (“Recomendar el consumo de bebidas alcohólicas es irresponsable, máxime si eres sanitario”) o Eduard Baladía han encabezado múltiples campañas de denuncia en redes sociales sobre el papel que la publicidad, los personajes públicos, los medios o, incluso, los profesionales sanitarios tienen en torno al alcohol, pero también informando sobre los efectos del mismo. Lo vimos en la charla TED de Basulto acerca de por qué no existe un consumo seguro de alcohol o en el texto que escribía junto a Baladía y a Francisco José Ojuelos Gómez, abogado de derecho procesal civil y contencioso, en el blog de este último, por citar algunos ejemplos. Aitor Sánchez, también nutricionista y autor del famoso blog de Mi dieta cojea, también ha reaccionado en múltiples ocasiones contra el mensaje de que el alcohol en pequeñas dosis no es “malo” (“El alcohol con moderación causa cáncer (sí, se siente)”) o “¿Por qué nadie se pone de acuerdo en nutrición?”, son dos de las más claras referencias).

Una de las últimas mechas encendidas por el colectivo de expertos en salud hacía referencia a la medida propuesta a finales de 2017 por parte de la Federación de Discotecas de Galicia de legalizar el consumo de alcohol a partir de los 16 años, una idea fuertemente criticada por mantener precisamente el fomento de esa no conciencia acerca del riesgo en torno al consumo de alcohol.

 

 

El alcohol no es saludable

En España el mensaje de que el tabaco es perjudicial para la salud de quienes fuman pero también para quienes están alrededor del fumador ha calado en la sociedad. Medidas como la prohibición de fumar en determinados lugares públicos, el aumento del precio del tabaco y la limitación de su disponibilidad contribuyeron a una mayor concienciación. Sin embargo, el alcohol es más silencioso porque a diferencia del tabaco, no se ve, no deja rastro de humo y su consumo no se asocia con efectos negativos para la salud.

“Los riesgos del alcohol son muchos”, afirma María Merino, que cita entre otras consecuencias para la salud el aumento de probabilidades de padecer un cáncer maligno (gastrointestinal, de hígado o de mama), enfermedades gastrointestinales, metabólicas y endocrinas (cirrosis, pancreatitis, diabetes tipo 2, el sobrepeso, la malnutrición y la gota), enfermedades cardiovasculareas, enfermedades neurosiquiátricas, aumento de enfermedades infecciosas por debilitación del sistema inmune y de dolencias en el sistema esquelético, con mayor riesgo de fracturas sobre todo en hombres. “Y el alcohol también genera más violencia, accidentes y suicidios, ya que no solo afecta a quien lo consume, sino también a terceros, a víctimas inocentes como en el caso de los accidentes de tráfico”, añade Merino.

Y estos riesgos, como decíamos, no entienden de consumos ocasionales o moderados, ya que como explicaba en su charla TEDx Julio Basulto no existe una cantidad de alcohol a partir de la cual su consumo no sea perjudicial para la salud. “Moderado es una palabra subjetiva. Y, además, aunque fuesen 5 mililitros de alcohol, serían igualmente perjudiciales”, refrenda por su parte María Merino.

¿Y qué hay entonces de esos estudios que han mostrado que las personas abstemias tienen mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares que quienes beben alcohol de forma moderada? “Esto se debe probablemente a que los abstemios que participaron en el estudio venían de ser alcohólicos o tenían enfermedades incompatibles con el alcohol. Así que claro, si comparas a ex alcohólicos y personas enfermas con gente sana que consume moderadamente alcohol, es muy probable que el resultado sea el que obtuvieron”, argumenta la dietista-nutricionista, que añade que según la Organización Mundial de la Salud el gran poder económico que atesoran las empresas de productos alcohólicos les permite “comprar” periodistas y profesionales sanitarios e investigadores y sacar conclusiones de estudios que no son concluyentes. “Hay muchos estudios que demuestran que reducir el consumo de alcohol, incluso en bebedores moderados, resulta beneficioso para la salud cardiovascular”, concluye Merino.

Más en nuestro podcast
Este próximo jueves 11 hablaremos con María Merino en el podcast de Saludesfera en directo, a las 11 de la mañana. Os esperamos

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Autor entrada: Mónica

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1 thought on “El alcohol no es saludable, ni de forma ocasional ni “moderada”

    M. Yanes

    (9 enero, 2018 -12:19 pm)

    Fantástica síntesis y resumen para explicar a aquellos a los que todavía no les entra en la cabeza que no, que ni el vino ni la cerveza son saludables; y por ende, el alcohol tampoco.

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