40 años de VIH y SIDA. De una sentencia de muerte a una enfermedad crónica

El 20 de mayo de 1983 un grupo de científicos publicaba en la revista Science el descubrimiento de un nuevo virus: el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana). La rapidez con la que se llevó a cabo la investigación y el desarrollo de tratamientos específicos supondrían un momento histórico. Desde la aparición del primer enfermo en California en 1981 pasarían dos años hasta la identificación del virus y seis en tener un fármaco con cierta efectividad. 

A lo largo de estos 40 años ha sufrido una enorme evolución, no solo respecto a los tratamientos, sino también a su percepción social. Muchos vivimos esa época en la que esta enfermedad era conocida como “el cáncer de los homosexuales” –con todas las connotaciones negativas existentes- dado que los primeros pacientes y los más afectados eran pertenecientes al colectivo gay. Las personas afectadas tenían no solo que lidiar con el temor a una muerte segura sino que además pasaban poco menos que a ser apestadas socialmente, de manera que los prejuicios, el rechazo y el aislamiento estaban a la orden del día.

La confirmación de casos en personas heterosexuales y el esclarecimiento de las diferentes formas de transmisión fueron los motores para ir concienciando de la gravedad de un virus que no dependía del sexo sino de las prácticas de riesgo y cuyo diagnóstico implicaba una muerte segura. La ciencia avanzó de manera que hoy en día el VIH puede llegar a ser considerada una enfermedad crónica en la que no tiene porqué desarrollarse SIDA. No obstante la sociedad y por extensión creencias arraigadas a nivel colectivo no han evolucionado a la misma velocidad, sino que han perdurado, especialmente en países concretos existiendo lamentablemente, mucha desinformación a pesar de las numerosas campañas realizadas al respecto.

VIH Y SIDA

VIH y sida no son sinónimos.

Ser diagnosticado por VIH implica ser portador del virus, lo que origina un debilitamiento del sistema inmunológico, pero no significa que necesariamente se desarrolle la enfermedad.

El Virus de la inmunodeficiencia humana es un retrovirus que ataca preferentemente al sistema de defensas, alterando y destruyendo lentamente el sistema inmunitario, especialmente los linfocitos T4 o linfocitos CD4 dañando su función. De este modo, las personas son mucho más vulnerables a un amplio número de infecciones y enfermedades. Algunas de estas se consideran infecciones oportunistas porque se aprovechan de un sistema inmunitario debilitado. También son proclives a desarrollar determinados tipos de cáncer poco frecuentes en personas sin inmunodeficiencia.

Por otro lado, el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) consistiría en esta serie de síntomas e infecciones asociadas a la deficiencia adquirida del sistema inmunitario. Así la infección por el VIH se consideraría la causa subyacente al SIDA, el cual haría referencia a la etapa más avanzada de la infección por VIH. Sería el diagnóstico por lo tanto no se puede transmitir, lo que se transmite es el virus.

El tiempo que se tardaría en mostrar SIDA es variable, de manera que las personas no tratadas empezarían a mostrar síntomas aproximadamente entre 8 y 10 años tras la infección, a veces incluso más. La terapia puede evitar el desarrollo del SIDA al reducir la carga viral.

 

PRÁCTICAS DE RIESGO Y VÍAS DE TRANSMISIÓN

El VIH solo se transmite a través de cuatro fluídos: la sangre, el semen, las secreciones vaginales y, en menor medida, la leche materna de las personas infectadas.  Para ello debe entrar en contacto con la sangre o mucosas (interior de la boca, vagina pene y recto) mediante:

  • Relaciones sexuales con penetración anal o vaginal sin preservativo o sexo oral para quien recibe la eyaculación en la boca. El riesgo en la penetración anal es diez veces mayor que en la vaginal.
  • Uso compartido de jeringas, agujas, otro material de inyección o cualquier instrumento cortante que haya estado en contacto con sangre infectada. Es fundamental utilizar materiales desechables y esterilizar aquellos que sean reutilizables. Hablamos no solo de personas consumidoras de determinadas sustancias, sino de tatuajes, piercings, maquinillas de afeitar, jeringuillas de uso sanitario, etc.
  • De madre a hijo durante el embarazo, el trabajo de parto, el alumbramiento o la lactancia. Existe un riesgo aproximado de un 15-30 % de que una madre contagie a su bebé antes y durante el parto, probabilidad que se reduce notablemente si la madre está en tratamiento antirretroviral durante el embarazo y la lactancia.

 

El virus del sida no se transmite en ningún caso…

  • Por lágrimas, sudor, tos, estornudos, alimentos, ropa, cubiertos o por objetos de uso común.
  • Por darse la mano, abrazarse o besarse profundamente.
  • Por compartir duchas, lavabos o W.C. en piscinas, instalaciones deportivas, etc.
  • Por picaduras de animales domésticos, mosquitos o de otros insectos.
Fuente: CDC

PREVENCIÓN

Supone una reducción considerable del riesgo de transmisión del VIH. Para ello es necesario cumplir con una serie de prácticas:

  • Utilizar el preservativo y un lubricante hidrosoluble para la penetración, anal o vaginal, en todas las relaciones sexuales y desde el principio de la penetración.
  • Evitar la eyaculación en la boca o utilizar el preservativo para el sexo oral. Si se produce eyaculación no tragar el semen.
  • Esterilizar agujas y cualquier objeto cortante que vaya a ser utilizado

El sexo oral es una práctica más segura que la penetración anal sin preservativo de cara a la infección por el VIH. Sin embargo, no está exenta de riesgo y la transmisión del VIH puede ocurrir.

 

EVOLUCIÓN DEL TRATAMIENTO

Los primeros fármacos contaban con severos efectos secundarios, limitaban la calidad de vida y no alargaban de manera significativa esta. Pero en 1996 llegaba un nuevo tratamiento que lo cambiaría todo: la terapia antirretroviral altamente activa (Haart).

Una cóctel de fármacos cuyos efectos secundarios remitían y que permitían a los afectados vivir sin esa sensación de tener la espada de Damocles sobre sus cabezas. De repente el virus ya no era un mal mortal, sino una condición crónica. Esta combinación supuso el lograr mantener al virus bajo control y minimizar el riesgo de contagio.

Simplificando mucho, este tratamiento impide que el virus se replique, reduciendo la carga viral. Al tener menos concentración del VIH en el organismo el sistema inmunitario tiene más posibilidad de recuperarse estando en disposición de combatir mejor las infecciones oportunistas asociadas al mismo.

A día de hoy no existe una cura definitiva, por lo que el VIH se ha convertido en una enfermedad crónica. Con la atención médica adecuada y tratamiento el virus puede llegar a un estado de control.

Existe un tratamiento conocido como Profilaxis post exposición (PPE), que consiste en la administración de una serie de fármacos antirretrovirales después de una sospecha-posible exposición al VIH antes de las 72 horas de la práctica de riesgo. Estos fármacos sólo deben tomarse de forma excepcional, valorando riesgos y beneficios entre paciente y profesional médico. Son tratamientos de 28 días y no garantizan que la infección no se produzca.

 

SÍNTOMAS 

La mayoría de las personas diagnosticadas por VIH no saben que han contraído el virus y es que no existen síntomas específicos.

Inmediatamente después de la infección algunas personas reportan haber presentado cuadros pseudogripales o síntomas compatibles con una mononucleosis infecciosa entre las dos y cinco semanas posteriores al contacto de riesgo. Estos no suponen más del 10% de las infecciones por lo que es muy difícil establecer un diagnóstico tan solo basándose en una clínica que refiere aparición de fiebre, sarpullido, dolor articular y ganglios linfáticos inflamados en el momento de la seroconversión.

La única prueba fiable consiste en un análisis de sangre específico que detecta esos anticuerpos transcurridos tres meses desde la posible infección.  Hasta entonces el virus no resulta detectable aunque se pudiese contar ya con gran carga viral en los fluídos. Eso sí, si bien la infección por el VIH a menudo resulta asintomática, una persona que acaba de contraer el virus puede contagiarlo a otra persona.

Se trata de un virus asintomático que puede no llegar a desarrollar síntomas hasta pasados varios años. Sin tratamiento, durante ese tiempo, va debilitando el sistema inmunológico lentamente hasta que comienzan a hacer su aparición desde una pérdida brusca de peso, fiebre o sudoración nocturna, diarrea crónica, fatiga persistente y aguda y otros síntomas secundarios como tos. Además son muchas las infecciones oportunistas que pueden aprovecharse de la debilidad del organismo tales como la candidiasis, los herpes. encefalopatías, citomegalovirus, linfomas, tuberculosis, neumonía… Muy característico el Sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer que da como resultado la aparición de  lesiones malignas en la piel, las membranas mucosas, los ganglios linfáticos y otros órganos.

 

EL IMPACTO SOCIAL: ESTADÍSTICAS Y COVID 19

La aparición del Coronavirus ha tenido repercusión de manera directa en la detección y diagnóstico de nuevos casos. A nivel global se ha detectado un disminución de los mismos, atribuíble a diversos factores como una infranotificación debida a la sobrecarga de los sistemas de vigilancia,  a dificultades de acceso al sistema sanitario por el confinamiento y el desbordamiento del mismo, así como una posible reducción de la incidencia de VIH muy relacionada con el aislamiento y las medidas de distanciamiento social puestas en marcha para contener la pandemia. Paralelamente, los cierres de fronteras, la reducción de medios aéreos y terrestres y el resto de medidas restrictivas complicaron y encarecieron tanto la producción como la distribución de medicamentos antirretrovirales haciendo que en países más vulnerables el virus haya aumentado.

A nivel mundial, los datos más actualizados de los que se disponen y teniendo todas las reservas posibles debido a los factores mencionados previamente indican , según ONUSIDA  (el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida) la siguiente información a Junio de 2021:

Estadísticas ONUSIDA
Fuente: ONUSIDA

 

La estrategia 90-90-90

Por último, queremos hacer referencia a la estrategia 90-90-90, un proyecto que tenía como objetivos para 2020 aumentar el conocimiento de la infección, llevar el tratamiento a mayor población y reducir el nivel viral en sangre todo ello en un 90% de la población afectada. La pandemia irrumpió como ya sabemos y, aunque se han ido alcanzando logros se está muy lejos aún de estas ambiciosas cifras.

La realidad es que de los 38 millones de personas que deberían estar recibiendo tratamiento, 12.6 millones no tienen acceso a él, porcentaje que mejora pero sigue siendo insuficiente. Además salvo en África subsahariana, se ha producido un aumento de las nuevas infecciones desde 2010: un 72% en Europa oriental y Asia central, un 22% en el norte de África y Oriente Medio, y un 21% en América Latina.

Para lograrla resuta imprescindible la aportación económica y el compromiso financiero por parte de la comunidad mundial. Cada año fallecen 14 de cada 100.000, cantidad que se estima podría reducirse a más de la mitad para 2030.

Estrategia 90-09-90
Fuente: UNAIDS.org

 

FUENTES

Autor entrada: Vanesa Pérez Padilla

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