Hola, soy Marta del blog Mamá en Bulgaria, y hoy os voy a contar la historia de un plagio.
Que nos roben contenido nos puede pasar a cualquiera, y es bueno, cuando se nos pase el comprensible cabreo, saber qué hacer.
El otro día estaba buscando un artículo mío en Google (ya, patético, pero que levante la mano el blogger que no lo haya hecho nunca), cuando lo encontré, ¡pero en otra web! Primero me quedé ojiplática. Lo leí con detenimiento y me di cuenta de dos cosas:
1. Era un corta-pega literal de mi artículo de la Semana Santa en Bulgaria, hasta la última coma, fotos incluidas.
2. No me citaban ni me enlazaban, con lo cual se atribuían por defecto la autoría.
¿Qué hacer si os pasa algo parecido?
Os explico lo que hice yo:
Primero analicé la web a fondo para ver de qué iba, quién estaba detrás, y si había otros artículos míos. Era una web cutrilla pero llena de publicidad, y me dio rabia que ganaran dinero con artículos robados. Por suerte no había ningún otro post mío.
Encontré un e-mail de contacto y escribí un mensaje bastante comedido, diciendo ser la autora del artículo, dando el link del original y de la copia, y pidiendo que lo borraran. Es bueno hacer una captura de pantalla del plagio, en la que se vea la url del texto plagiado. Una prueba del delito, por si las moscas.
Como no me respondieron, pasé a la acción.
Afortunadamente, Papá Google facilita mucho las cosas y se toma muy en serio la infracción de la propiedad intelectual. En el panel de Google Search Console (anteriormente llamado Webmasters Tools) hay un formulario para ello, aunque también se puede encontrar buscando directamente en Google “formulario para retirar contenido de google”: es el primer resultado.
A continuación hay que dedicar un rato a ir pasando pantallas y leyendo las instrucciones para explicarle a Google la situación: en mi caso, tuve que informar de que el problema hacía referencia a la plataforma Blogspot, que se trataba de infracción de derechos de autor, que yo era la autora del original, y finalmente me salió el formulario.
En el formulario se dan detalles más concretos: algunos datos personales, enlace exacto del contenido original, enlace del plagio…
Por último hay que jurar, literalmente “bajo pena de perjurio” que todo lo dicho es verdad (esta parte acojona un poco, ya sabéis, la culpa del inocente), y dar a Enviar.
Entonces sale una pantalla llamada “Panel de Control de Eliminación”, con el número de incidencia y el estado de la solicitud que parece como “Pendiente”. En mi caso, al cabo de dos días cambió a “Aprobada” y al comprobar esa web, el post plagiado había desaparecido. ¡Final feliz!
Resumiendo, en caso de plagio:
1. Contactar al plagiador todo lo educadamente que el enfado nos permita.
2. Si no retira el contenido, hacerlo por las malas: alertar a Google.
Sinceramente, yo no pensaba que Google fuera a ayudarme, porque el post que me habían plagiado yo lo había editado varias veces y había cambiado imágenes, y ya no era del todo igual que la copia, pero ¡lo hizo! Google es el dios omnisciente de Internet.
Aunque lo que escribimos no sea algo tangible, aunque esté disponible para todos en Internet, eso no significa que se pueda coger y utilizar sin permiso. Eso es robo de contenido, infracción de propiedad intelectual, y tenemos el derecho y el deber de defenderlo.
Si alguna vez os plagian contenido, ya sabéis qué hacer.
