Suicidio adolescente: un drama convertido en la primera causa de muerte en Europa

El próximo 10 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Prevención del Suicidio, un día que debería estar marcado en rojo en el calendario, ya que los suicidios son la principal causa de muerte no natural entre la población europea. El dato, según un informe publicado en mayo por la Organización Mundial de la Salud, es todavía más preocupante entre los adolescentes de Europa, entre los que constituye la primera causa de muerte, por encima de los accidentes de tráfico, los ahogamientos o los actos de violencia.

 

Por Adrián Cordellat

“Mi percepción es que sí han aumentado los suicidios de adolescentes, pero sobre todo lo que sucede es que todos los otros tipos de muerte se reducen al dotarlos de medios económicos, humanos, tecnología, programas de prevención, concienciación de la sociedad, y eso no ocurre con los suicidios”, afirma Javier Jiménez Pietropaolo, presidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (Red AIPIS). Pese a que los datos de los Institutos Anatómicos Forenses y del INE son discrepantes, se estima que en España se suicidan como mínimo 10 personas al día, casi 4.000 al año. En el aire, según el experto, quedan otras 8.000 muertes de difícil clasificación (ahogados, precipitados, sobreingesta de medicamentos), “entre las que muy probablemente habrá suicidios camuflados”.

¿Qué factores podrían haber influido en el incremento de los suicidios entre la población adolescente? Jiménez Pietropaolo señala por un lado al “claro deterioro del estado de bienestar y de los servicios sociales que sostenían a la sociedad”, algo a todas luces evidente en el drástico descenso del ratio de psicólogos por habitante en la sanidad pública. También considera el presidente de Red AIPIS que ha tenido una importante influencia en la multiplicación de la ideación suicida las redes sociales, especialmente a través de casos de acoso escolar o sexual: “Antes, sí tú sufrías acoso, eso se quedaba en el centro escolar. Hoy en día ese acoso se sufre las 24 horas del día, incluso en vacaciones. Es un tema muy problemático del que muchas veces los propios adolescentes no saben desconectar”. Y luego estaría el efecto imitación, multiplicado por las propias redes y los medios de comunicación, que muchas veces abordan esta temática desde el punto de vista más sensacionalista.

“Se estima que en España se suicidan como mínimo 10 personas al día, casi 4.000 al año. En el aire quedan otras 8.000 muertes de difícil clasificación (ahogados, precipitados, sobreingesta de medicamentos), entre las que muy probablemente hay suicidios camuflados”

Una asignatura pendiente

Siendo la principal causa de muerte no natural entre la población sorprende que no exista un plan destinado a la prevención del suicidio. “En España no se hace nada en absoluto a nivel nacional para reducir los como mínimo 4.000 muertos al año por suicidio. Se deberían articular mecanismos para que la atención psicoterapéutica sea mejor. Que no se quede solo en recetar antidepresivos, porque el grado de sufrimiento que tienen estos adolescentes no desaparece con ellos”, afirma tajante Javier Jiménez, que lamenta, poniendo como ejemplo a la Comunidad de Madrid, las escasas camas para adolescentes con problemas psicológicos e ideación suicida que existen en la Sanidad Pública. “Psiquiatría infantil prácticamente no existe y las listas de espera son de meses”, añade.

A ello se suma la escasa formación del personal sanitario en la problemática, la falta de profesionales de la psicología y la psiquiatría especializados en el suicidio. “Por regla general los profesionales de la salud mental no han recibido ninguna formación en tratar los temas de conductas suicidas, ya que es un temática que apenas se trata en las universidades. Así que imagínate las familias…”.

Unas familias en las que acaba recayendo todo el peso, ya que pese a que existe un protocolo en el caso de intento de suicidio con cita preferente, según datos del portavoz de Red AIPIS, un alto porcentaje de los adolescentes no asiste a esa primera cita en salud mental. “El primer predictor hoy en día del suicidio son los intentos anteriores, así que la población de más alto riesgo estadístico está quedando en manos de las familias”, reflexiona.

“Por regla general los profesionales de la salud mental no han recibido ninguna formación en tratar los temas de conductas suicidas, ya que es un temática que apenas se trata en las universidades. Así que imagínate las familias…”

Familias en las que penetran los mitos asociados al suicidio. Como aquel que dice que si una persona te cuenta que se va a suicidar, no lo hace, ya que el que quiere suicidarse lo hace sin decir nada. O aquel otro de que si uno se intenta suicidar y no muere, es que no quería suicidarse. “Los familiares pueden creer que son conductas manipulativas, llamadas de atención, pero si un adolescente está teniendo este tipo de comportamientos es que algo funciona muy mal en él. Es muy frecuente que los adolescentes hagan varios intentos de suicidio que no llegan a ser mortales, hasta que llega uno que sí lo es”. Y entonces ya no existe solución.

Señales de alerta

“Las personas que quieren suicidarse lo expresan de una u otra forma, pero los familiares e incluso los profesionales son incapaces muchas veces de entenderlas”, afirma Javier Jiménez, que añade que entre lo adolescentes es bastante habitual la necesidad de despedirse. Según el presidente de Red AIPIS hay dos señales muy comunes entre este grupo de población que se repiten a nivel mundial: una serían los documentos preparatorios para la muerte, las cartas y los mensajes de despedida; la otra la constituyen las despedidas especiales que nadie entiende hasta que es demasiado tarde. Ahí estarían los abrazos efusivos, los te quiero mucho y siempre me voy a acordar de vosotros, los no te voy a causar más problemas, los regalos de pertenencias con valor emocional. “Como padres podemos entender que nuestros hijos están madurando, cuando ellos lo que están haciendo es despedirse”. Despedirse de un mundo en el que sufren tanto que solo encuentra una salida: la muerte. Despedirse con la sensación de hacer un favor a la familia, porque en muchos casos ellos mismos se consideran una carga para sus padres.

“El primer predictor hoy en día del suicidio son los intentos anteriores, así que la población de más alto riesgo estadístico está quedando en manos de las familias”

A las familias que detectan estas señales, así como a las que han pasado por un intento de suicidio, Javier Jiménez les recomienda siempre “dejarse asesorar por un experto en salud mental y, en concreto, en temas de suicidio”. Alguien que les pueda orientar y explicar unas ideas básicas que pueden ayudar a salvar vidas, como los expertos que conforman Red AIPIS. También asistir a las citas de salud mental y hacer un seguimiento pormenorizado de la evolución del adolescente, preguntándole si le sirve de algo o si está contento con el profesional que le atiende. Y hablar del tema, rompiendo otro mito muy instaurado, aquel que dice que si hablas del tema con tu hijo, le vas a dar la idea de suicidarse.

Autor entrada: Adrián Cordellat

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