Rincón en rosa: Afrontar el primer impacto del diagnóstico

Si me preguntas a mí te diré, que cuanto más optimismo circule por tus venas todo irá mucho mejor.

Pero si no te sale, pues no te sale, eso sí, yo te diría que por lo menos intentaras buscar algo intermedio, si no te sale estar siempre optimista, por lo menos busca algo que te produzca buen rollo, rodéate de gente positiva, deja a un lado las cosas tóxicas y las relaciones que no te aportan nada.

Algo bueno para ti en un momento como ese, sería rodearte de mujeres que están pasando por lo mismo que tú, eso te va a ayudar mucho, porque al fin y al cabo, nadie te va a entender más que otra persona que está pasando o ha pasado lo mismo que tú, otra como tú sabe lo que duele, sabe lo que te da miedo, lo sabe todo y eso une y siempre para bien, no para mal.

Estas mujeres las conocerás en las salas de espera de oncología, en el hospital de día (quimioterapia) o en radioterapia, pero también puedes conocerlas en las terapias de grupo que hacen en todos los hospitales e incluso en algunos de los grupos que existen en alguna red social para estos casos.

Recuerdo perfectamente el momento en que me dieron la maldita noticia, me vine abajo, lejos de mi estaba cualquier cosa que me hiciera sonreír…pensé que de aquella no saldría, que era el fin y todo lo peor que a una le puede venir a la mente en esos momentos, pero me quedó un momento para pensar que en mi caso sería bueno hacer esa terapia de grupo, yo estaba dispuesta a “llevarlo mejor” a no hundirme más en la miseria, a luchar por mi vida para que mi hija no se quedara sin madre, y no a dar por hecho que ese era el fin…mi fin.

Pero al final no hizo falta que fuera a esa terapia de grupo, fui conociendo a mujeres maravillosas en el camino, mujeres que me hicieron bien, y me lo siguen haciendo, como sé que yo a ellas también.

Coincidir en quimio con mujeres que están de buen humor no es fácil, lo más normal es ver mujeres hundidas por el miedo, cansadas…tristes. Pero no todas estamos así.

Yo remonté, pasé un mínimo tiempo mal y compadeciéndome de mi misma, pero después todo más o menos volvió a un estado “normal” y todavía fue a mejor cuando encontré a otra mujer que más o menos estaba como yo, que si tenía que reír… reía y cada semana primero y cada 3 semanas después, nos hacíamos compañía en la sala de espera de oncología y también en la sala de quimioterapia, mi querida amiga Susi.

Entonces cualquier cosa que nos pasaba lo convertíamos en chiste, yo he llegado a soltar carcajadas mientras me estaban inyectando quimioterapia, lo sé, no parece muy cuerdo, ahí está lo bueno, que no lo es.

El peor momento de tu vida tú puedes elegir cómo quieres vivirlo, y yo lo elegí así, perdiendo un poco la cordura, lo confieso.

Ahora  que he conocido a muchas mujeres que están pasando o han pasado por esto, puedo decirte con total seguridad que la mayoría de ellas lo llevan con mucha naturalidad y que incluso siguen sonriendo cada día, aunque ahora te cueste de creer, es así.

Cómo en todo, hay que encontrar un equilibrio mental, esa es la clave, y hacer que cada día valga la pena pasar por lo que te espera, para que al final haya una recompensa, y que sea buena.

Ser o estar más o menos fuerte, dependerá mucho de tu actitud.

Yo pude comprobar que mientras me daban la quimioterapia, si estaba fuerte mentalmente lo toleraba mejor, con efectos, pero más llevables, en cambio, en alguna de las sesiones que venía más baja  emocionalmente, con la misma quimioterapia, el resultado era mucho más agresivo, llegando incluso a duplicarse el tiempo que solían durar los peores días tras la quimio.

Así que ya lo sabes, nadie más que tú tiene el poder de cambiar esa percepción.

La mejor manera de llevarlo es afrontarlo, y sobre todo no llevar una vida sedentaria a pesar de que te sientas más cansada o más débil.

El ejercicio y la dieta sana es lo mejor que podemos regalarnos para sentirnos bien. Lo demás podemos ir      trabajándolo poco a poco.

Ojalá me hubieran dado a mi en su día estos consejos.

Pero si todo esto nos acompaña, sonreír será más fácil.

Lo importante es que después de la tempestad siempre llega la calma…y que nunca llueve eternamente.

Puedes leer a Paris en su blog Diario de una maternidad y un lazo rosa 

Autor entrada: Adrián Cordellat

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