#ProtegeLaTierra: Los niños son los más afectados por el cambio climático

 

A finales de abril,el Comité Español de UNICEF presentaba ante los medios en su sede de Madrid el informe ‘El impacto del cambio climático en la infancia en España‘. En él, a lo largo de algo más de 70 páginas, la ONG analiza los efectos más inmediatos y futuros del cambio climático a todos los niveles (salud, desastres naturales, seguridad alimentaria, derechos sociales, bienestar…). Y lo hace, como no podía ser de otra manera, poniendo el foco en los niños que son, según la organización, “los más vulnerables” al cambio climático.

175 millones de niños afectados

Para UNICEF, desde el año 2010 comienza a hacerse cada vez más evidente el impacto que el cambio climático tiene sobre el bienestar y los derechos de la infancia. Es entonces cuando, según nos cuenta Sandra Astete, especialista en Políticas de Infancia y miembro del equipo que ha llevado a cabo el informe, desde la organización internacional se dan cuenta de que “no es posible garantizar los derechos de la infancia sin adoptar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático que protejan a los niños”.

El hambre, las epidemias, los desastres naturales, las migraciones, las desigualdades o la escasez de recursos naturales como el agua son algunas de las consecuencias más evidentes del cambio climático, y la gravedad de éstas tendrá distinta intensidad en función del país, siendo los niños que habitan en países con menos recursos para gestionarlo los más afectados.

No es posible garantizar los derechos de la infancia sin adoptar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático que protejan a los niños.

Las cifras hablan por sí solas: a lo largo de la próxima década el cambio climático afectará a alrededor de 175 millones de niños al año en todo el mundo. Ellos son los que menos responsabilidad tienen en el problema pero los más afectados: “El cambio climático representa uno de los principales desafíos para los niños y adolescentes. Su desarrollo biológico, el mayor consumo energético y metabólico, su comportamiento social, su mayor expectativa de vida y el hecho de que estén prácticamente ausentes de los espacios de toma de decisiones relativas a la lucha contra el cambio climático les sitúan en una posición de especial vulnerabilidad, y explica por qué deben situarse en el centro de la respuesta”, afirma Sandra Astete.

España, uno de los países europeos más afectados

Aunque la situación actual y las previsiones futuras para España no pueden ser comparadas con las de las poblaciones de los países subdesarrollados, lo cierto es que nuestro país es uno de los miembros europeos más afectados por el cambio climático. Y sus efectos ya empiezan a intuirse desde hace años.

Según Sandra Astete, al ritmo actual de crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero España podría llegar a sufrir aumentos de temperatura de 5ºC para el 2050, con el consiguiente efecto en la economía (“especialmente en el sector agrícola y el sector turístico, que juntos representan más del 12% PIB del país”); en las costas, debido al aumento del nivel del mar que se traduce en “un impacto en infraestructuras y en la población”; en la frecuencia de las olas de calor y de frío, con temperaturas más extremas (“lo que provocará un incremento de enfermedades y de las cifras de mortalidad”); en un menor acceso a agua (“se prevé que en 2020 hayamos perdido alrededor del 20% de los recursos hídricos de los que disponíamos en 1990, lo que se traduce en aumento de enfermedades, diarreas y estrés hídrico”); y una mayor contaminación del aire, “que lleva asociada más alergias y enfermedades respiratorias”.

España es uno de los países europeos más afectados por el cambio climático. Y sus efectos ya empiezan a intuirse desde hace años.

Todos los efectos del cambio climático de los que habla Astete tienen un claro impacto negativo en la calidad de vida y en la salud de los niños españoles. Los de hoy y los del futuro. Por un lado, los niños son especialmente vulnerables a la subida de las temperaturas y a las olas de calor porque “cuanto más pequeño es el niño, más dificultades tiene para regular su temperatura y, por tanto, más vulnerable es”. Las altas temperaturas también afectan al equilibrio térmico de las mujeres embarazadas pero es que, además, “el riesgo de tener un parto prematuro durante el último mes de embarazo aumenta un 20% si la madre ha estado expuesta a temperaturas extremas dos días antes del nacimiento”. También destaca la portavoz de UNICEF el incremento de las hospitalizaciones de niños menores de 14 años “por causas gastrointestinales o enfermedades respiratorias”, así como el aumento “sin precedentes de alergias” asociadas al cambio climático.

Políticas medioambientales desde un enfoque de derechos de infancia

El jueves pasado, en la Casa Blanca, Donald Trump anunciaba que retira a Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático, firmado por 195 países del mundo, todos menos Siria y Nicaragua. Y ahora la primera potencia mundial, el segundo emisor global de gases de efecto invernadero a la atmosfera (14,4% del total). Dieron igual los informes de científicos estadounidenses, las evidencias cada vez más claras del cambio climático, y las peticiones de las principales compañías energéticas norteamericanas. El magnate convertido en presidente está convencido de su decisión. Por suerte para el mundo salir del acuerdo conlleva un largo recorrido por el desierto de cuatro años, tiempo más que suficiente para que otro mandatario coja las riendas de un país sin cuyo apoyo detener el cambio climático es una quimera.

Sandra Astete, especialista en Políticas de Infancia de UNICEF.
Sandra Astete, especialista en Políticas de Infancia de UNICEF.

“Consideramos que ha habido un punto de inflexión desde la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2015 y la adopción del Acuerdo de París. Este acuerdo se enmarca en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas a efectos del calentamiento global. La voluntad política y el conocimiento de las instituciones en torno a la lucha contra el cambio climático se han fortalecido y ampliado desde la suscripción del Acuerdo de París”, afirmaba Sandra Astete antes de darse a conocer la decisión de Trump que ponía en jaque el acuerdo.

¿Y España? ¿Qué pasa con el país que ha dado la espalda a las energías renovables, que ha penalizado a las empresas y ciudadanos que apostaron por ellas, por un cambio en el modelo de producción energética? “A día de hoy tenemos una coyuntura de oportunidades”, reflexiona Astete, para la que España debe abordar el cumplimiento del Acuerdo de París y “promover una nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética”.

Para el desarrollo de esa nueva legislación nacional en lo referente al cambio climático, desde UNICEF Comité Español reivindican la incorporación del enfoque de derechos de infancia en las políticas, las normativas y los presupuestos sobre medio ambiente, salud y lucha contra la pobreza. “Resulta fundamental incorporar de manera explícita los derechos y las necesidades de la infancia en la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Además, hay que subrayar la necesidad de promover una adecuada inversión pública para garantizar la implantación de las políticas que actúen contra el cambio climático, desde un enfoque de derechos de infancia”, añade Sandra Astete.

Una última oportunidad para salvar el planeta

La Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, suscrita en septiembre de 2015 por 193 países, establece 17 objetivos para transformar el planeta. Y un ultimátum: “Quizás seamos la primera generación que pueda erradicar la pobreza, pero sin duda, la última que pueda salvar el planeta”. Una responsabilidad enorme para la sociedad actual, una previsión que no tiene nada de apocalíptica. “Las evidencias científicas en torno a la protección de los recursos naturales (que son limitados) y la lucha contra el cambio climático apuntan con claridad que tenemos un período de tiempo establecido y muy corto para actuar. En caso contrario, las consecuencias serán irreversibles”, afirma la portavoz de UNICEF.

Quizás seamos la primera generación que pueda erradicar la pobreza, pero sin duda, la última que pueda salvar el planeta.

A día de hoy necesitamos 1,6 Planetas para satisfacer nuestro modelo actual de consumo. Y si no cambiamos el ritmo actual, para 2050, según previsiones de la ONU, necesitaremos tres planetas como la Tierra. La consecuencia más inmediata de ese consumo desaforado son las emisiones crecientes de gases de efecto invernadero. Y el incremento global de las temperaturas. En 2016, la Organización Metereológica Mundial (OMM), una agencia dependiente de la ONU, afirmaba que la temperatura de la Tierra ya era 1º más alta que la de principios del siglo XX. “La comunidad científica internacional ha fijado el umbral de los 2º como el punto sin retorno a partir del cual no será posible la adaptación a los impactos”, explica Sandra Astete, que denuncia que además estos impactos, así como los “insostenibles” patrones de producción y consumo de una parte de la Humanidad, “están impactando de manera desigual, siendo los menos responsables del problema, los que más sufren sus consecuencias”.

Según expertos y científicos, el incremento exponencial de la temperatura año a año hace que incluso poniendo en marcha los planes para frenar el cambio climático aprobados en muchos países, impedir sobrepasar el umbral de los 2º se antoja casi una quimera (se espera llegar a los 1,5º para 2030). Las predicciones menos optimistas hablan de un aumento de 3º en las temperaturas a nivel global. “A día de hoy, ¿tenemos alguna duda? El cambio climático nos afecta ahora y nos afectará con más intensidad en el futuro próximo si no adoptamos las medidas necesarias de adaptación y mitigación”.

Desde UNICEF Comité Español, sin embargo, siguen convencidos de que los políticos, las familias, el sector privado, las organizaciones de la sociedad civil y las escuelas, entre otros actores, serán “capaces de impulsar y garantizar el máximo bienestar de todos los niños y las niñas, ya que son nuestro mayor valor como sociedad”. En ese sentido, consideran que es necesario “promover el conocimiento e información sobre los impactos del cambio climático y el rol que podemos jugar todos, desde las familias y las escuelas”.

Es necesario promover el conocimiento e información sobre los impactos del cambio climático y el rol que podemos jugar todos, desde las familias y las escuelas.

Para ello, para lograr el objetivo e implicar también a las familias y a los niños en la lucha contra el cambio climático, desde UNICEF proponen una serie de medidas educativas que pasarían por poner a disposición de la población “información accesible sobre el impacto del cambio climático en la infancia y medidas para los impactos negativos”, así como “fomentar campañas de concienciación e información a padres, madres y comunidad educativa”; También por promocionar “el conocimiento y el desarrollo de competencias relacionadas con la protección del medio ambiente en el ámbito escolar y fomentar una perspectiva de educación en derechos, con especial atención a los derechos de la infancia y el cambio climático”; y, por último, por desarrollar un enfoque de “centros educativos sostenibles” que, con la participación del alumnado, tengan como objetivo “reducir el impacto ambiental del propio centro” a través de medidas como la alimentación saludable y sostenible en los comedores escolares, el dar prioridad a los productos frescos frente a los elaborados, “reduciéndose los residuos y la energía relacionados con el procesado, la energía consumida en el transporte y en el propio cultivo”, así como el potenciar el consumo de productos de cercanía que, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, “ayudan al buen funcionamiento de las economías locales, fomentan el uso de variedades locales y por tanto mejoran la riqueza en la biodiversidad”.

Empezar a actuar hoy, desde todos los niveles, contra el cambio climático supone, según Sandra Astete, “garantizar el futuro de la sociedad y, de esta manera, garantizar los derechos y el bienestar de la infancia española, y de la del resto de los países y territorios”.

¿Actuamos? #ProtegeLaTierra

 

 

 

Autor entrada: Diana Oliver

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