Niños prohibidos (armas, no)

La Niñofobia no es algo nuevo. Viene de lejos. Pero cuando algo se puede monetizar a lo grande se convertirá en tendencia, moda, y eso es lo que ahora mismo estamos presenciando en sectores como el turismo, el ocio y la gastronomía. La etiqueta de #OnlyAdult es un negocio al alza y siempre nos genera un debate encendido en redes y foros. ¿Por qué molestan tanto los niños? ¿Qué pasaría si se cambiara la etiqueta por #MenOnly o #WhiteOnly?

Y mientras nos ocupamos debatiendo y encendiéndonos y sin entender cómo este fenómeno sigue campando a sus anchas (aunque es el negocio, no nos olvidemos) en ocasiones estas opciones empresariales se manifiestan con comunicaciones tan “sorprendentes” como la que realizó hace unos días un restaurante de New Yer

Ojo porque en su explicación para esta decisión lo primero que hacen es aclarar que aman a los niños. No nos puede quedar más claro que lo hacen, ojalá no los quisieran tanto (IRONIA MODO OFF).

El ruido, la falta de sitio para sus sillas, la suciedad o que los niños corran libremente por la sala son algunos de los motivos que los dueños de este negocio alegan para prohibir radicalmente el acceso a los menos de 10 años a las cenas en este recinto desde el 8 de marzo de 2023. Motivos que también podrían prohibir claramente el acceso a los participantes, por ejemplo, de alguna que otra despedida de solteras o solteros o cenas de adultos, y que seguramente ya estén incluidos en las reglas del establecimiento (que variará según el país, la comunidad, o el estado en este caso) pero que, sin embargo, se especifican y personalizan en los menores, las criaturas: esos seres diabólicos que nos da igual que estén bien educados, no los queremos aquí.

Todos estamos de acuerdo en que queremos disfrutar como clientes cuando salimos a cenar o a comer. Pero no solo molestan los niños o niñas menores de 10 años. Molestan también, y mucho, individuos, tengan la edad que tengan, que pueden hablar a gritos por teléfono desde su mesa, o reírse a carcajadas y manifestar un alto estado etílico, por ejemplo. ¿Pero acaso se prohíbe el acceso a los señores que hablan alto, a las mujeres con risa aguda, o al adulto que bebe sin moderación (esto sería gracioso, eh)? ¿Podemos negar el acceso a la gente menos agraciada porque nos molesta no ver guapos a nuestro alrededor? ¿Es mi molestia particular el grado por el que deberíamos medir los accesos generales a los establecimientos y por qué no, las dinámicas sociales? Que no viajen en avión, personas con sobrepeso que “ocupan mucho” y me molestan, o los que estornudan muy fuerte y me despiertan mientras duermo o veo Netflix, o los que van mucho al baño durante el viaje y se levantan cada dos por tres de su asiento. Que no salgan a la calle aquellos que andan lento y pasean y obstaculizan mi paso rápido.

Y por supuesto hay niños y niñas maleducados y claro que es una cuestión de convivencia evitar que esas criaturas molesten a los demás. Pero no por su edad, sino por consenso general. Porque queremos convivir en paz y armonía y disfrutar de nuestro almuerzo o cena. Pero tampoco podemos pedir a los niños o niñas que sean aquello que no son, que se muevan o lloren, o no sigan unas reglas que por madurez y edad aún no han tenido tiempo y capacidad de interiorizar. En ese caso, cada familia debería saber cuándo ir con sus criaturas o no a un restaurante, y si se vulneran las normas de convivencia, se podrá acudir al reglamento del establecimiento que se está vulnerando. Pero por el comportamiento, insisto, no porque pertenezca a un grupo de población concreto.

Pero no. Es mucho más fácil y encima aplaudido socialmente prohibir el acceso a los menores de 10 años y en consecuencia también a su familia, INDEPENDIENTEMENTE de su comportamiento, ojo. Les da igual, que es más grave aún.

Sobre si esta prohibición de acceso es legal o no, se ha escrito mucho y no termina de ser concluyente, por lo que esta “alegalidad” sirve como espacio gris para seguir amparando esta discriminación de hecho.

Tan solo añadir para cerrar este post lo tremendo y duro que me parece que se prohíba entrar a un restaurante a menores de 10 años en un estado, New Jersey, en el que, sin embargo, NO está prohibido llevar armas en restaurantes. Actualizo aquí para indicar que desde diciembre de 2022 New Jersey ha prohibido las armas en restaurantes y otros establecimientos y lugares públicos, así que gracias a @laventuredemavie por la información de primera mano. Habíamos leído una noticia en la que se había bloqueado esa prohibición, pero nos dicen que la noticia no es correcta, así que bien por New Jersey al menos por eso!! Eso sí, lo de prohibir niños…

Los niños son personas. Restringir el acceso a personas en función de su edad, salvo en condiciones que pongan en peligro su bienestar o el de los demás comensales/usuarios, debería ser el criterio de acceso en cualquier circunstancia.

Autor entrada: Mónica

-

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

En cumplimiento de la legislación española vigente en materia de protección de datos de carácter personal y del reglamento europeo RGPD 3/2018 le informamos de:Responsable: Madresfera SLU + info

Finalidad: Gestión del envío de información solicitada, gestión de suscripciones al blog y moderación de comentarios. + info

Legitimación:: Consentimiento expreso del interesado. + info

Destinatarios: No se cederán datos a terceros para la gestión de estos datos.

Derechos: Tiene derecho a Acceder, rectificar y suprimir los datos, así como otros derechos, como se explica en la información adicional. + info

Información adicional:: Puede consultar la información adicional y detallada sobre Protección de Datos Personales en mi página web www.madresfera.com + info