Mejorar hábitos en familia a través del coaching nutricional

Yolanda Fleta, socióloga e investigadora del coaching en el ámbito de la nutrición y la salud, y Jaume Giménez, dietista-nutricionista, acaban de publicar ‘Coaching nutricional para niños y padres’ (Grijalbo), un libro que pretende ayudar a los padres a liderar el proyecto de cambiar hacia una alimentación más saludable. Un proyecto que no sólo incluye a sus hijos sino a toda la familia en su conjunto.

Por Diana Oliver

La figura del coach llegó a España hace casi veinte años con la promesa de poder ayudar a otros a impulsar su carrera profesional o su vida personal. Sin embargo, como todo en esta vida, no todo vale en el coaching. Según los expertos, no es suficiente con hacer un curso de varios días y autoproclamarse coach sino que la formación de este profesional debe ir más allá y estar avalada por organismos competentes y de prestigio, tales como universidades, escuelas de negocios u organizaciones internacionales como la International Association of Coaching (IAC).

En los últimos años ha habido un boom de coaches en todos los ámbitos: desde el coach deportivo al empresarial pasando por el life coach. Y ha sido la nutrición uno de los campos más recientes en incorporarse al concepto de coaching a través de lo que se ha llamado coaching nutricional. Yolanda Fleta, socióloga e investigadora del coaching en el ámbito de la nutrición y la salud y presidenta del Chapter Spain de la IAC, y Jaume Giménez, dietista-nutricionista, fundaban en 2008 Nutritional Coaching, una consultoría especializada en hábitos alimenticios y de salud formada por un equipo multidisciplinar de profesionales que tienen el objetivo de ayudar a quien lo desee a hacer cambios en sus hábitos.

La nutrición es uno de los campos más recientes en incorporarse al concepto de coaching a través de lo que se ha llamado coaching nutricional.

Ambos profesionales acaban de publicar ‘Coaching nutricional para niños y padres’ (Grijalbo), un libro que, según Yolanda, quiere “ayudar a los padres a que se sientan capaces y con ganas de liderar el proyecto de cambiar hacia una alimentación más saludable, no sólo respecto a sus hijos sino a toda la familia”. Y es que, para la experta en coaching nutricional, éste puede ayudarnos a tomar conciencia de qué estrategias estamos usando, de qué utilidad han tenido para lograr nuestro propósito y de qué cambios podemos hacer para repercutir en que todos comamos mejor. “La idea es poder reflexionar acerca de dónde estamos y dónde nos gustaría estar en relación a nuestra alimentación y nuestro estilo de vida, y ganar confianza para poder hacerlo. El coaching también nos ayuda a ser más conscientes de los motivos por los cuales queremos cambiar, haciendo que el hecho de comer de forma saludable sea una elección propia, y no que lo veamos como una obligación. A nadie le gusta que le prohíban cosas; cuando te prohíben, te rebelas. Si piensas que estás eligiendo, y que estás haciendo renuncias conscientes porque quieres, no sentirás esa necesidad de rebelarte”.

Todos remando en la misma dirección

La idea clave del coaching nutricional para niños y padres es que toda la familia se implique en querer conseguir el objetivo de comer mejor de forma que sea mucho más sencillo que los cambios se integren en el hogar. Advierte Yolanda Fleta que no es fácil conseguirlo: “No somos perfectos, aunque nos gustaría, y no lo hacemos todo bien, todos los días. Sin embargo, la idea es predicar con el ejemplo y ser tú el cambio que quieres ver en tus hijos. Ellos aprenden más de lo que ven que tú haces que de lo que les dices que hagan. Los estudios afirman que el modelado de los padres es un predictor significativo del consumo de alimentos saludables por parte de los niños; así que si te ven comer sano es más probable que lo integren como “lo normal” y que lo quieran imitar. En cambio, si a ellos les ofreces manzana, y tú te estás comiendo una bolsa de patatas fritas, efectivamente se produce una disonancia cognitiva. A Jaume y a mí nos gusta mucho la frase “lo que haces grita tan fuerte que no puedo escuchar lo que me dices”, de Ralph Waldo Emerson”.

En el libro Jaume y Yolanda insisten en que “no basta con tener información, hay que saber cómo seguir las recomendaciones en nuestro día a día”; algo muy importante cuando muchos padres viven agobiados por el exceso de información y el ruido que puede haber a su alrededor. Daños colaterales de vivir en la era de la infoxicación.

No basta con tener información, hay que saber cómo seguir las recomendaciones en nuestro día a día.

“La teoría es muy cómoda sobre el papel, lo difícil es llevarla a la práctica. Los padres nos exigimos mucho, tanto a nosotros como a nuestros hijos. Es interesante darse cuenta del estilo de crianza que predomina en casa: autoritario, permisivo o el estilo de crianza “coachingniano” o con autoridad, que es aquel en el que se le da al niño el afecto y cariño que requiere, pero a la vez se le indican donde están los limites y se le dice “No” cuando es necesario. A veces podemos pecar de excesiva permisividad y en otras de excesivo control. En el primer caso debilitamos al niño porque le hacemos creer que puede conseguir todo lo que quiera en el mismo momento, y eso no es así. En el caso de ser excesivamente autoritarios, no dejamos que el niño tome sus propias decisiones y elecciones, haciéndolo dependiente de nosotros. Como siempre, en el equilibrio está la respuesta. Y por si sirve de algo al lector, en el libro decimos que no hay recetas universales que sirvan para todos los niños por igual cuando se trata de educarlos. Sin embargo, sí podemos afirmar que hay un elemento que siempre es positivo y que hace que el niño se sienta querido: la atención de sus padres”, explica Yolanda Fleta.

Paso a paso

El lema del libro es “Mejor un paso que ningún paso”. ¿Debemos marcarnos metas alcanzables sin obsesionarnos con el destino? Para Yolanda Fleta, sin ninguna duda. “Las teorías sobre la motivación humana afirman que las personas estamos más motivadas cuando nos sentimos competentes, capaces de llevar a cabo las acciones que nos dirigen hacia nuestro objetivo. Es lo que el psicólogo Bandura acuñó como sentido de autoeficacia. Si no sabes por dónde empezar, te invito a que empieces por una estrategia que mencionamos en el libro: el Plan 5-2-1-0. Se trata de un método que usaron en una intervención llevada a cabo en 2016 en Minessota usando el coaching como enfoque, en la que para lograr que los niños tuvieran un estilo de vida más saludable les propusieron que se plantearan las siguientes metas: 5 raciones de fruta y verdura al día, 2 horas como máximo de pantallas en actividades de ocio, (es decir, sin contar el tiempo que pasan dedicándolo al estudio); 1 hora de actividades que impliquen movimiento y 0 bebidas azucaradas. Teniendo el Plan 5-2-1-0 como referencia, se trata de que cada familia lo personalice, descubriendo cuáles son sus propias motivaciones y sus propios desafíos, y qué acciones concretas van a llevar a cabo para lograr cumplirlo. Con esta idea en mente, no se trata de hacerlo todo perfecto, sino de tener el propósito de llevar una alimentación y una vida sana, y de que eso se convierta en uno de vuestros valores”.

Lo verdaderamente importante es, por tanto, llegar a plantearnos la alimentación de nuestros hijos como “un rumbo”, y no como un destino, puesto que no es algo que vayamos a alcanzar y después vayamos a dejar de hacer, sino que vamos a continuar haciéndolo toda la vida. Y también no hacer del “comer sano” una imposición ni un castigo, sino algo que también puede ser divertido. Así, en ‘Coaching nutricional para niños y padres’ nos proponen varios juegos para practicar en casa como el detective de supermercado, con el que se quiere enseñar a los niños a interpretar una etiqueta para valorar si un producto es correcto o no antes de ponerlo en el carrito de la compra, o el “Azucarómetro”, con el que se pretende que tomen conciencia de cuánto azúcar consumen, además de animarles a escoger productos que contengan menos cantidad de este producto.

Debemos plantearnos la alimentación de nuestros hijos como “un rumbo”, y no como un destino.

 

Más amor y menos azúcar

La responsabilidad de los padres es ofrecer alimentos saludables para que el niño pueda escoger pero también lo es “generar un ambiente de armonía y diálogo entorno a la comida”. Para los autores de ‘Coaching nutricional para niños y padres’ comer es un acto social que ayuda a establecer vínculos entre los miembros de la familia: “En el libro hacemos un llamamiento que lanzamos de nuevo desde aquí: comer en familia todos juntos al menos una vez al día, sea cual sea el tamaño y la forma que tenga tu familia, monoparental, tradicional, extensa, casados en segundas o terceras (o las que sean) nupcias… Es cierto que a veces es complicado, las agendas nos lo impiden, sin embargo en coaching decimos que si lideras tu agenda, liderarás tu vida. ¿Seguro que no puedes organizarte para realizar una de las comidas del día con tu familia, ya sea el desayuno, comida o cena? Se trata de darle a las cosas que nos importan la prioridad que se merecen. Así es como vas construyendo una vida plena y que te satisface”.

También importante la inteligencia emocional en la alimentación de los niños porque, según los expertos, debemos evitar recurrir a la comida como bálsamo emocional. “Es fácil recurrir a la comida para “ganar puntos” con los peques, ya sea de forma consciente o inconsciente, o puede ser que recurras a la comida para calmar tus emociones o las de tus hijos. Quizás el hecho de usar los dulces como premio lo hayas aprendido en tu infancia, pero eso no significa que tú lo debas mantener. Siempre estás a tiempo de cambiar determinadas prácticas que quizás has heredado de tu familia y que hasta ahora no te has parado a cuestionar, pero que van en contra de tus valores”, señala Yolanda Fleta.

Quizás el hecho de usar los dulces como premio lo hayas aprendido en tu infancia, pero eso no significa que tú lo debas mantener.

¿Por qué no sirve el chantaje ni las amenazas o sobornos para la adquisición de hábitos saludables? Responde la cofundadora de Nutritional Coaching que las amenazas y los sobornos pueden servir a corto plazo por miedo o chantaje, sin embargo, lo que nos debemos preguntar es si esas estrategias nos van a resultar útiles a largo plazo y qué consecuencias tienen. “Cuando usas la amenaza con tu hijo no estás dejando que tu hijo escoja, se implique y decida, y lo estás tratando con poca o nula inteligencia emocional; en cambio, cada vez que dejas que tu hijo decida por sí mismo estás aumentando su fortaleza y su poder personal. Por eso, debemos favorecer siempre la participación de los niños en nuestro día a día: en el momento de la planificación del menú, en la compra, en la elaboración del alimento, etc. Y siempre evitando a toda costa usar los alimentos insanos como premio”, concluye.

Autor entrada: Diana Oliver

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